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Descomposición, descrédito, descontento

martes 05 de julio de 2022, 09:56h

No son estos, desde luego, los mejores momentos del gobierno de coalición que ocupa la Moncloa desde finales de 2019. Los desencuentros entre las dos partes que lo componen, PSOE y Unidas Podemos, ya ni se ocultan ni se disimulan.

El último, precisamente, a colación del supuesto e inminente incremento del presupuesto de Defensa que Sánchez ha asumido ante los países asociados de la OTAN, que ha caído como un jarro de agua fría en las filas podemitas.

Irene Montero brindó a la opinión pública un espectáculo feminista lamentable cuando, preguntada varias veces por periodistas en rueda de prensa posterior a un Consejo de Ministros sobre la postura de su partido respecto al incremento de la participación española en la Organización Atlántica, la portavoz del gobierno y ministra de Política Territorial le cortó cualquier atisbo de respuesta.

O sea, y en román paladino, que hay una parte del gobierno que se opone a otra parte del gobierno y no le duelen prendas en manifestarlo cuantas veces sea necesario. Un nuevo espectáculo tan inédito como desconcertante en cualquier país europeo y más aún que forme parte de la UE que no sé muy bien cuánto tiempo podrá sostener Pedro Sánchez sin descomponer su figura por mucho que ensaye ante el espejo sus ahora cada vez más frecuentes apariciones públicas.

Y eso que ya se encargó Ferraz –luego apoyada también desde Moncloa-, en negar cualquier relación causa efecto entre el sorprendente resultado de las elecciones andaluzas y su posible, y por el momento teórica, traslación al campo de la política nacional.

Si el acuerdo con Estados Unidos para reforzar con dos nuevos destructores la base de Rota, por un lado, y el incremento de la partida de Defensa en los nuevos Presupuestos Generales del Estado para 2023, por otro, han de ser tomados por unanimidad en el Consejo de Ministros, mucho me temo que el año que viene no habrá nuevos presupuestos y, en consecuencia, habrán de ser prorrogados los actuales.

Como ayer mismo decía la ministra Margarita Robles, entrevistada por La Razón, «Podemos sabrá si le resulta o no compatible estar en el Gobierno». Entre tanto, lo indudable es que este gobierno está enfrentado y, si aún no se ha roto es por meras cuestiones de mantenimiento del poder, aunque sea a costa de incoherencias que nada le favorecen ni en el plano de la política nacional y, quizás menos aún, en el de la política internacional.

En otro ámbito, el económico, el descrédito del gobierno sigue una escalada imparable porque los parches que está poniendo no tardan más que unas semanas en ser engullidos por la imparable inflación, que ya ha alcanzado las dos cifras en julio de este año.

Y, para más inri, a la cesta de la compra, los combustibles, la energía y el resto de los bienes y servicios, ahora se le suma también la mayor carestía de las hipotecas ante la subida del Euribor y la inminente subida del precio del dinero. La consecuencia inmediata es el lógico retraimiento del consumo y la bajada de los ahorros acumulados en meses de confinamiento por las familias. Y el panorama no va a cambiar en los próximos meses, por mucho que la vicepresidenta primera de Economía, Nadia Calviño, pronosticase hace solo unos meses que la inflación era coyuntural y no estructural.

En esta situación, no hay que ser ningún gurú de la política y la sociología para aventurar que, de seguir así, el batacazo que va a darse el partido del gobierno y las terminales que lo apoyan (UP, Bildu, Ezquerra…), en las futuras elecciones, va a ser de esos que hacen época.

Es verdad que aún quedan muchos meses -en política año y medio es una eternidad-, para una obligada nueva convocatoria de elecciones generales, pero, salvo el CIS (¡faltaría más…!), todos los gabinetes de estudios sociométricos dan a Alberto Núñez Feijóo como ganador frente a Pedro Sánchez si hoy mismo se convocaran esas elecciones. Las dos últimas las marcaban ayer las publicadas por El País y El Mundo. Esta última, de Sigma Dos, otorgaba al PP y a su líder 133 escaños y un 30,2% en intención de voto (Pablo Casado obtuvo, en 2019, 89 diputados). Núñez Feijóo sería ahora el más votado por delante de un PSOE que caería hasta los 95 escaños y un 24,9% en intención de voto.

La encuesta de El País ponía también por encima al PP en intención de voto, aunque la diferencia de diputados entre las dos primeras formaciones políticas españolas sería algo menor. En todo caso, lo que es incuestionable es que los ciudadanos españoles parecen estar más que descontentos con el gobierno Sánchez y, si no hay un giro radical en sus políticas, la tendencia que marcan las encuestas puede hacerse realidad en las elecciones inmediatas. ‘El descontento es siempre la consecuencia del descrédito y este no va a mejorar mientras la descomposición del gobierno siga en caída libre.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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