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Nervios, promesas, amaños y alertas, 48 horas antes

viernes 26 de mayo de 2023, 07:57h

Aún tengo sobre la retina aquella imagen, no tan lejana, de un aspirante a secretario general del PSOE escondido tras una cortina y llenando a manos llenas la urna correspondiente. Se trataba, ni más ni menos, que de Pedro Sánchez, entonces derrotado en su empeño de alcanzar la secretaría general de su partido, y unos meses después rescatado y con albricias y parabienes por los mismos compañeros que antes le habían denostado. Es la política, al menos la política del socialismo, que ahora se ha transformado en sanchismo aunque mantenga las siglas. Solo las siglas porque los principios y aquellos ciento treinta años de honradez me parece que los ha perdido en el traslado.

El caso es que ahora ese sanchismo ve muy cerca un posible cambio de ciclo político en España y hay varios síntomas que avalan esta afirmación. Quizás el primero sea que el mismísimo "supremo líder" socialista se ha metido de lleno en campaña en lo que él mismo ha contribuido a desnaturalizar, las elecciones municipales y autonómicas, que se han transformado a la postre en una especie de primera vuelta de los comicios nacionales de fin de año.

Sánchez se ha embarcado obsesivamente en el Falcon, que ya parece sólo suyo y del que hace uso ya descarado para acudir a actos de partido. Le da lo mismo que esa actitud le sea recriminada un día sí y otro también en el Congreso de los diputados por los partidos de oposición. Ya ni se molesta en dar algún tipo de explicaciones al respecto, y eso que el gobierno iba a convertirse en el "campeón de la trasparencia" en España.

En un arriesgadísimo movimiento, más propio del ajedrez que de la política, Sánchez se ha lanzado a presidir mitin tras mitin como un poseso y, de paso, a anunciar y prometer la luna (viviendas para los jóvenes, impulso de la FP, cine prácticamente gratis para los mayores, viajes a precios de saldo del Interrail para los jóvenes.), y a sabiendas de que la memoria del ciudadano es en general tan confusa como corta.

Ha llegado hasta a adueñarse de lo ya prometido, como es el caso de esos cerca de 600 millones de euros a invertir en la medicina de familia, la de cercanía, la del ciudadano común, a pesar de que esa inversión no guste a los médicos de los centros de salud afectados-prefieren más contratos a nuevos facultativos y no tanta mejora de la imagen de esos centros-, ni a los consejeros de salud de las CC.AA., que hace ya unas semanas acordaron con el ministerio de Sanidad idéntica cifra e idénticos propósitos.

Tampoco ha favorecido en nada a la imagen del PSOE la inclusión de esos 44 condenados de ETA (7 de ellos con delitos de sangre), en las listas de EH Bildu, socio preferente del gobierno Sánchez. Ni esas redes mafiosas de compra de votos destapadas por las fuerzas de seguridad. En Melilla a través de Coalición por Melilla, un partido promarroquí que surgió en 1995 tras escindirse del PSOE melillense y que en la actualidad gobierna también con el apoyo del PSOE. Entre los detenidos, el yerno del líder de la Coalición y el consejero de Distritos, Juventud y Participación ciudadana, Mohamed Ahmed Al-lal. Hay quién ve, incluso, en este episodio la larga mano de Mohamed VI y los servicios secretos de Rabat para seguir agitando las aguas de la no españolidad de la ciudad norteafricana, y estando nuestro presidente tan cogido como está por el espionaje de Pegasus, seguro que no levanta la voz ante un asunto de tanta gravedad como este.

Por otra parte, y aunque ambas situaciones no tengan nada que ver, en Mojácar (Almería) han sido también arrestados siete ciudadanos por otro intento de tongo electoral, dos de los cuales forman parte de la lista de los socialistas para las elecciones del próximo domingo. Pero la cosa no queda tampoco ahí porque, al menos en Un juzgado de la Gomera se investiga otra denuncia por presunto fraude de voto por correo, y en Albudeite (Murcia) -un pueblo de poco más de unos 1400 habitantes-, son ya 13 los detenidos por fraude electoral, entre ellos la candidata del PSOE. Y, por si todo eso fuera poco, y sin ánimo de ser exhaustivo, el número 3 del PSOE andaluz está investigado por secuestro, y el alcalde socialista de Galapagar (Madrid) lo llevan a juicio por presunto acoso laboral a una secretaria...

Nervios en Ferraz

El caso es que, a 48 horas del 28-M, la presión agita las filas socialistas, hoy por hoy más que descontentas con la estrategia electoral de Moncloa que mira únicamente por Sánchez en detrimento de los cabezas de cartel en las regiones hoy gobernadas por barones del partido. Allí los análisis apuntan en sentido bien distinto, los trastos que puedan salvarse de la debacle serán más gracias a los barones, que por la marca Pedro Sánchez, de la cual buena parte de ellos han querido desmarcarse, en la creencia de que hoy la figura del presidente y secretario general del partido resta más que suma. Es indudable que, en feudos como Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura o Valencia, por ejemplo, Javier Lambán, Emiliano García-Page, Guillermo Fernández Vara o Ximo Puig tienen más capacidad de arrastre de voto municipal y autonómico que el de Sánchez como candidato.

Pero, en fin, abandonemos las cuitas internas de partido y fijemos el objetivo en asuntos más generales y esenciales. Gobiernen finalmente unos u otros, lo importante es que no quede ninguna sombra de duda en la limpieza del proceso. Creíamos que un fraude electoral a través de la compra de votos por correo era un asunto poco menos que imposible en nuestro país. Los más de 10 000 votos, de un censo total de algo más de 55 0000 de Melilla, demuestran que estamos muy equivocados al respecto y que hay que poner en alerta todas las alarmas democráticas para evitar cualquier intento de amaño de las elecciones del domingo próximo en otras poblaciones o autonomías. Nos va demasiado en ello. Pero recordamos de nuevo aquellos cambios tan "oportunos" en Correos e indra, y de nuevo la sombra de la duda vuelve a ser inevitable.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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