El Imperio de la Estupidez

Antes que nada darte ánimo. No sabia nada de lo tuyo. Por lo demás, no puedo menos que compartir el argumento. Ya sé que eres anti- Sánchez, bueno, yo soy anti- PP/VOX/UP. Pero bueno ahí estamos. Un abrazo.

Apreciado Kroker, yo también estoy jubilado (por el cáncer si recuerdas) y a punto de la edad reglamentaria. Dices verdad, uno recoge lo sembrado en los hijos, y de eso hablo en cierta manera: seguro que es un fenómeno multicausado aunque solo sea porque está ocurriendo en todo Occidente donde cada país es de su padre y de su madre. Sin embargo, no deja de parecerme sorprendente que fuera a lo largo de los 80 cuando se fueron cambiando los sistemas educativos de los países de la OCDE -y luego los demás por arrastre- abandonando la memoria, el cálculo mental y la educación vertical en la que los profesores eran respetados socialmente y su palabra tenía enjundia y peso. Estas cuatro décadas han servido para que toda una generación educada en este nuevo sistema haya llegado a la madurez y tenido hijos. Lo que observo es que, salvo raras excepciones, los padres que nos educamos en el plan EGB/BUP, el último de los planes educativos en que la exigencia intelectual y el esfuerzo individual fue importante, hemos sido y somos más exigentes con nuestros hijos, mientras que los padres educados en la LOGSE, esos que ahora median la cuarentena y para abajo, han llenado el planeta de malcriados, descarados e indolentes que poco saben y nada entienden. Todos no, claro, igual que en nuestra etapa todos no fueron buenos estudiantes ni tuvieron idéntico grado de autoexigencia. Veo el problema agrandarse desde hace algunos años y la llegada del smartphone y las RRSS no ha hecho más que complicar la situación y agrandar la brecha entre ignorantes y muy ignorantes. Y no es que sea importante saber que la batalla de las Navas de Tolosa ocurrió en 1212 o que Castilla nunca tuvo colonias en ultramar sino provincias en pie de igualdad con las de la península, de ahí lo de las Españas, o cómo funciona la mecánica cuántica, sino que lo importante es haber desarrollado un criterio y una curiosidad mínimas para poder mantener la autonomía intelectual. Lo que veo es que la generación de nuestros hijos es mentalmente débil, culturalmente vacía y caracteriológicamente llorona. Tu hijo, los míos, los de mi cuñado Luis… tienen la suerte de haber aprendido valores atemporales que son necesarios para sobrevivir sea cual se la época en que lo hagas: sorberse los mocos y apretar los puños cuando vienen mal dadas; esforzarse porque la competencia es mucha, los premios escasos y la vida real traicionera; no dejar de aprender ninguno de los días que vivamos, trabajar duro para construir con solidez…, les irá bien casi seguro. Pero somos pocos; los padres en general claudicaron hace años y ahora el mundo está lleno de gentes huecas, inflexibles, equivocadas y recalcitrantes: terraplanistas y tiktokeros que a su vez están pariendo más niños, hijos de los hijos del desastre. Que una madre de un tiarrón de 30 años se presente a pedirle árnica al jefe que ha despedido a su hijo es inenarrable. Tengo dos amigos catedráticos universitarios y algunos profesores universitarios rasos. Todos, sin excepción, me cuentan casos similares: un tuercebotas es suspendido, pide revisión de examen… y se presenta la madre o el padre a lloriquear mendigando un par de puntos para aprobar. ¿Cómo va a ser su mundo? La regresión intelectual que estamos viviendo ha puesto al mismo nivel el terraplanismo y la teoría de cuerdas. Por supuesto que el mundo seguirá rodando y que esta generación abobada se reproducirá a su vez y que los nietos de este desastre tal vez se salgan de él con velocidad. Nuestros hijos no solo son nuestros hijos, son sobre todo hijos de su tiempo. Los progenitores solo podemos esperar haberles educado en el criterio y el esfuerzo. Pero no todos han hecho su parte y ahora, cuando más importante y necesario es el criterio, el conocimiento, la sensatez, la amplitud y profundidad de campo que da el estar subido a hombros de los gigantes que en el mundo han sido, lo que importa son mis sentimientos, mi opinión (como si 2+2=4 fuera opinable) y mi felicidad, entendiendo por esta lo que los demás entendíamos por diversión. Los gigantes, dicen, no eran tales así que las enseñanzas de Aristóteles, Lao Tse o Averroes ni se tienen en cuenta porque pa’ qué. Hemos creado una sociedad hedonista e idiota, ambas al tiempo. A mí nunca me importó que ganara la izquierda o la derecha más allá de mis preferencias personales porque, al fin, todos al llegar al gobierno buscarían la mejor manera de salir adelante. Hasta que llegó Sánchez con estos vendedores de bulas cuya experiencia más importante fue trabajar en Saturn de cajera tres meses porque la despidieron a mitad del periodo de prueba. No voy a solucionar nada, lo sé, soy la voz que clama en el desierto, pero hay que decirlo una y otra vez porque un mundo que cree en el rosario de sandeces que se nos están imponiendo -el sexo es un constructo, la genética es una engañifa, esforzarse es inútil, las ratas de alcantarilla tienen derechos...- acabará subyugado por los más listos y los más crueles que utilizarán la tecnología y sus máquinas para conseguirlo suave y dulcemente, con el arrullo somnoliento que ya estamos viendo y la docilidad global que produce. Perdona el rollo y gracias por leer y comentar.

Cada uno tiene lo que siembra con los hijos. Yo tengo dos, una de 41 discapacitada y otro de 29. La primera es como un ángel que tenemos en casa, un osito de peluche, y además quiero que siga así, feliz. Desde los 2 años, nos hemos gastado una fortuna, en conseguir su autonomía personal, leer, escribir etc., y no hemos podido llegar más allá porque vivimos socialmente en el culo del mundo (Canarias) donde no hay nada. No es lo mismo la Península. El otro tiene 29 años, y es ingeniero de caminos canales y puertos (con doble master), habla ingles e italiano, trabaja en la Península porque aquí se estaría comiendo los mocos, y para colmo me salió de derechas (nada es perfecto). Ya con le edad que tengo, y jubilado recientemente, me importa una buena mierda, si gana la derecha o la izquierda. Me dedico a aprender a pintar, y a tomar en sol en piscina, y por supuesto a leer mucho, todo aquello que por falta de tiempo no podía (había que optar entre Pérez Reverte y el Tribunal Supremo). No siempre fui abogado por supuesto, y a lo largo de mi vida laboral he tenido que despedir gente, y oponerme a despidos. Nunca largue a nadie que no se lo mereciera, y eso sí, tampoco vino ninguna mama a quejarse. Nunca me han despedido y las veces que he cambiado de trabajo ha sido con carta de renuncia y a otra cosa mariposa. Somo la generación que ha traído la democracia a España, la que hemos hecho de este país, algo mejor que lo que dejó la dictadura, y todo ello a pesar de los extremos políticos que siempre han estado ahí. Ahora se nos quiere negar el pan y la sal. Lecciones de los nuevos, las justas.