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Desolado

martes 15 de noviembre de 2022, 14:04h

Siempre he creído en mi país, en sus gentes esforzadas y generosas y donde, a pesar de no merecer la porquería de clase política que tenemos, compuesta mayoritariamente por sociópatas ávidos de poder y titulares, más tarde o más temprano las cosas también se enderezaban en la gobernanza. ¿Y ahora? No sé si puedo esperar de algún partido que devuelva el statu quo a la situación previa a la gran desvergüenza del presidente Pedro Sánchez.

Este pistolero, como lo definiera Pérez Reverte, solamente parece interesado en su persona y en la huella que pudiera dejar en la posteridad por el expediente barato de ver cuánto aguanta en el cargo, Narciso posmoderno sin un Tyresias que nos advirtiera de su mendacidad. La vanidad es mala consejera por ser un espejo deformante cuya distorsión nunca percibe el reflejado, espejito, espejito quién es de todos el más bonito. Si Nicolás Salmerón, presidente del gobierno de la primera república española, hombre feo, fuerte y formal, ocupa escasas 30 líneas en wikipedia, ¿cuántas cree el ególatra que abarcará su egocentrismo?

En esta sociedad narcotizada por móviles, RRSS e inmediatez del premio, mejor dicho, de la chuche que es con lo que este contubierno tiene engañados a los más tontos de entre los más tontos. Es un hombre taimado y avaricioso que está malbaratando lo que nos define: la historia, la cultura, las leyes, el parlamento, la justicia y la subordinación territorial a un poder central histórica, cultural, axiológica y moralmente superior a los de algunos territorios autonómicos con más ínfulas que razón y ahítos de soberbia.

Lo hecho con la rebelión, la sedición, la malversación peculada y los golpistas catalanes solo tiene un nombre: felonía. Y hacerlo a escasos días del inicio del Mundial de Fútbol para que se olvide rápido, es alevosía. Malbaratar el gobierno, acallar al parlamento con una mayoría legítima, sí, pero espuria por avariciosa, vender de baratillo a los jueces y prostituir la presidencia del ejecutivo únicamente para permanecer un día más en el machito, Monipodio contemporáneo, Al Capone peliculero al que no se le puede toser, es una infamia que los españoles, los de bien, la mayoría silenciosa o la minoría (aún) no fagocitada por el pensamiento único, vamos a tener que tragarnos cruda porque ni siquiera tenemos una oposición con dos dedos de frente.

Desde la derechita cobarde de Feijoo Gran Chasco y la derechita sujétame el cubata de Abascal, hasta el PSOE de Lambán o Page o ese engendro vacuo de Ciudadanos, aquí no hay huevos de poner al presidente en su sitio, menos con el quintacolumnista PSC removiendo el avispero.

Ya hemos perdido la dignidad ante los golpistas catalanes y anteriormente vendimos media España al desarrollismo de una tierra enferma de sí misma que nos esquilma al grito de Espanya ens roba. Y, no contentos con haberles regalado por más de 150 años los dineros que correspondían a Extremadura, Andalucía, las dos Castillas y a Galicia para que ellos, con su mezquindad mental, pudieran tener de tot i en abundància, tuvimos el cuajo de permitir que hombres y mujeres valiosos en sus respectivas patrias chicas tuvieran que emigrar a las tierras de Mordor para poder sacar un jornal con el que vivir ellos y enviar alguna remesa a sus familias ¡empobrecidas al otro lado de España por estos pedigüeños insaciables!

Ahora ni siquiera podemos hablar de una bajada de pantalones porque es simplemente un chantaje aceptado por el presidente Sánchez; un chantaje de los lazis supremacistas que nos deben 83.000 millones de euros al resto de España (shorturl.at/wzDX1) y tienen el cuajo de poner contra las cuerdas a nuestra principal institución, el gobierno, para escaparse de sus responsabilidades penales referentes a malversar y a intentar subvertir el orden constitucional. Claro, es que enfrente no tienen a un hombre decente y con principios, solo a un oportunista acomodaticio.

Dejar sin castigo a los que intentaron un golpe de estado y permitirles que todo lo robado se lo queden ellos o sus intereses anticonstitucionales, es ser un traidor a nuestra historia, a la gente de hoy que somos el presente y a las generaciones venideras que tendrán que tragarse este sapo y sus costes. O metemos en vereda a los mafiosos catalanes o habrá que permitir que se vayan… a la mierda, como diría Fernán Gómez de manera clara, tajante e inapelable.

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