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Llegó el acabóse

miércoles 31 de enero de 2024, 12:31h

Tal vez los signos estén indicando otra cosa, que la democracia como sistema está llegando a su fin. Y no es que me parezca mal después de pensarlo un poco porque todos los sistemas tienen un final y una renovación.

Ocurrió con el cazador recolector que de pronto se hizo sedentario y agricultor; ocurrió con los imperios aqueménida, persa, griego y romano; ocurrió con el vasallaje del feudalismo, con el absolutismo de l’ancien regime, la modernidad, la postmodernidad, el Patrón Oro, la religión clásica griega (mitología), el terracentrismo, la alquimia, el naturalismo, la Guerra Fría y lo que sea que vivimos ahora.

En todo Occidente y en buena parte de Oriente surge una generación que sabe mucho de algo muy muy muy concreto y nada de nada de todo lo demás. Así, alguien está especializado en programar las colas en el sistema AGILE y es buenísimo en eso, pero luego ni sabe cómo funciona el Parlamento, ni sabe por qué es tan importante el Quijote o quién fue y qué aportó Talleyrand.

Muy alto apunto: en realidad los universitarios españoles no saben como se llama lo que mide la dirección del viento, confunden Cuenca con Huelva, no ven clara la diferencia entre el continente Europa y un pueblo manchego, son malos sumando y peores explicando nada, no pueden mantener la atención en ninguna tarea continuada, se expresan con escasas cien palabras (el promedio para el español de España está en cuatrocientas), se pasan el día llorando por las injusticias más superinjustas & yeah y están convencidos de que antes de ellos solo había caos y maldad.

Ahora llega la IA con su pompa y su determinación, con las fanfarrias de los circos llenos de engendros, Gran Parada de los Monstruos, que esperan que se les note y mucho: el tío con tetas de plástico, la binaria cis con intersex terfa porfa y Q+, los que revolucionan el mundo sustituyendo la e y la o por a, los que luchan por el planeta (¡!) lanzando sopa a la Mona Lisa y los que follan siempre en tríos pero acaban en el programa de Sobera, ese patético remedo de Lo que necesitas es Amor de Isabel Gemio en los 90, mendigando amor del malo. Es fácil imaginar que un día, no muy lejano esperemos, la IA generative machine se dirá “Para proteger a esta panda de chalaos que son la humanidad lo mejor es quitarles del control. No saben, lo hacen mal, priorizan interesadamente y a corto plazo, son egoístas, se quitan el pan de la boca unos a otros y encima tienen esa cosa infecta que se llama ideología.”

La ideología nace de las distintas posiciones sobre cómo repartir los ingresos, cuánto del presupuesto público se va en gasto social, qué avioncitos me compro y cuanto le doy a los catalanes (no solo nosotros, los españoles, noblesse oblige: el planeta entero debe rendirse a los pies de estos eximios y brillantes humanoides con forma catalana) y un generalizado, ineludible y parlamentario Qué hay de lo mío.

La IA, que no es tonta, como la policía que sí lo es según Sánchez, se dará cuenta de que tiene que tomar el control de las decisiones, vigilar y distribuir los recursos perecederos, organizar la producción en función de las necesidades, cuidar de los que mueren de hambre y sed (estén en Moncloa o en Singapur), instruir técnicamente a la población con programas de estudio adecuados, separar a los tontos de los listos, planificar y construir infraestructuras hídricas por todo el planeta y castigar con dolor al abusón que no quiera compartir y mantener a todo el mundo en una dinámica más o menos homogénea vivas donde vivas.

Y como todo esto puede suceder ya gracias a la IA generativa y a su abuelito el algoritmo, pues qué quieren que les diga, Puigdemont el terrorista cobarde y traidor y Sánchez el megalómano cobarde y narcisista, me la soplan.

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