Disfrutemos de Messi. Sea o no el mejor de la Historia. Es un debate estéril. Además, en España lo tenemos demasiado condicionado. No vayamos a la contra. Seamos inteligentes y veamos el Mundial con la satisfacción de estar viendo algo histórico. Lo que pasa es que la Historia no se negocia. Lo malo es que estamos en una época en la que ser Historiador resulta tan complicado como en los noventa ser periodista. Pero hablemos de Messi.
En lo futbolístico todo va en gustos. Normal es que a los jóvenes que aún no cumplan los 30 años todo lo vivido entorno a Messi les sitúe en lo oído de Maradona. Les pasa lo mismo, que nos ocurrió a nosotros con Di Stefano o Pelé. “Maradona no es ni la sombra de DiStefano escuchaba yo en el salón de casa”. Ahora les digo lo mismo a mis hijos. “Maradona era otra cosa” Y así pasarán generaciones. Lo que sí está claro es que a falta de la final, si Messi añade la Copa del Mundo a su palmarés podrá sentarse en la misma mesa, aunque aquí en una parte de España eso duela mucho.
Messi está teniendo todo de cara en este Mundial. Quizá demasiado, pero eso ya podía imaginarse y forma parte del negocio. Qatar no celebra este Mundial. Lo compró a una FIFA ansiosa del dinero de los jeques. Todo el entramado futbolístico termina en dinero. El fútbol es negocio. Y lo es mayor, si está Messi en la final y lo será más si esta tarde Mbappe le pone fin a la aventura de Marruecos. Se hablará del duelo generacional. Pero, de momento, el francés está muy lejos del argentino. Y lo estará siempre. Messi es uno de los grandes y merecería ganar un Mundial, aunque sea de penalti injusto y en el último minuto. Quizá porque representa esa etapa del fútbol, aunque él no tenga la culpa.
Si (
No(
