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Sin novedad en el frente

domingo 05 de marzo de 2023, 11:31h

Nunca es fácil predecir en qué películas caerán los grandes premios y la pedrea de la lotería de los Óscar de Holywood, pero, si de números jugados se tratara, no hay duda de que la alemana Sin novedad en el frente, estrenada en octubre del pasado año, tiene suficientes papeletas para figurar entre las más afortunadas en la gala que se celebrará el domingo día 12 del corriente.

La cinta, del alemán Edward Berger, director escasamente conocido excepto por Jack, que entre otros galardones recibió el German Film Prize de 2015, está nominada al Óscar en nada menos que nueve categorías: Mejor película y Mejor película internacional, Mejor guion adaptado, Mejor banda sonora y Mejor sonido, Mejor maquillaje y Mejor peluquería, Mejor diseño de producción, Mejores efectos visuales y Mejor fotografía.

La cinta del alemán Edward BergerEstá basada en la novela del mismo título, Keine Neuigkiten an der Front/ Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque, pseudónimo que usaba el escritor alemán Erich Paul Remark, publicada en 1929, y cuando el autor tenía treinta años. El mismo texto ya había sido objeto de dos adaptaciones anteriores al cine.

La primera, de 1930, fue dirigida por el estadounidense de origen moldavo Lewis Milestone y ganó los Óscar a mejor director y mejor película. La segunda, dirigida por el también estadounidense Delbert Mann, se estrenó en 1979 y un año después recibió el Golden Globe como mejor película de televisión.

La novela de Remarque, marcadamente antibelicista, es coetánea de varias otras en las que por primera vez y en lúcida descripción del inmenso crítico literario Rafael Chirbes, modifican radicalmente el relato tradicional: “El soldado (ya) no se ve como defensor de la patria, sino como pasiva carne de matadero en el infierno repugnante de las trincheras.

La guerra se ofrece simple y llanamente como horror, sin ningún soporte filosófico o moral, más bien como una evidencia física”. A ese grupo pertenecen El fuego, de Henri Barbusse, escrita en el frente y en capítulos enviados a la prensa entre agosto y noviembre de 1916; Adiós a todo eso, de Robert Graves; Tres soldados, de John Dos Passos; y Adiós a las armas, de Ernest Hemingway, publicadas el mismo año que la de Erich Maria, 1929; Imán, de Ramón J. Sender, que aparecerá un año después; La marcha Radetzky, de Joseph Roth, publicada en 1932 y la Trilogía transilvana, de Miklós Bánffy, relatos que saldrían al mercado entre 1934 y 1940.

La pregunta que se viene inmediatamente al magín es el por qué de una nuevo remake.

El gran guionista, director y sabio cinéfilo José Luis de Damas me dice: “El milagro de esta tercera adaptación cinematográfica de Sin novedad en el frente, es que el director ha conseguido, con su inconmensurable adaptación literaria, que el terror y literal evisceración de los jóvenes casi niños, probablemente idénticos a los de cualquier otra guerra, que la cinta sea tan brutalmente fascinantemente soportable, atrayente, cercana y embriagadora.

Edward Berger nos introduce, con una fascinante dirección, impecable guion, excelente fotografía, espléndidos actores y potentes efectos, en el mundo de unos niños cuyo fin es ser “honorablemente destripados”, mientras, antes de agonizar, se preguntan: “¿Por qué, por qué, por qué?”.

Sin desmerecer ni un ápice a las anteriores adaptaciones, ésta se confirma, para mí y junto a Senderos de gloria y La Lista de Schindler, como parte del podio de honor en los alegatos antibelicistas fílmicos de toda la historia del cine”.

Erich Maria RemarqueAunque la película es sustancialmente fiel al relato original, conviene volver a éste para escuchar el sobrecogedor testimonio de uno de sus personajes en la novela original: “… vemos vivir hombres sin cabeza; vemos correr a soldados a quienes han arrancado los pies; siguen corriendo a trompicones sobre los muñones astillados hasta el cráter más cercano; un soldado de primera se arrastra sobre las manos porque tiene las rodillas destrozadas; otro de dirige a la ambulancia y con las manos se sujeta los intestinos; vemos hombres sin boca, sin mandíbula inferior, sin rostro; encontramos a uno que se aprieta la arteria de un brazo con los dientes para no desangrarse (…)

Cuando sopla el viento hacia nuestro lado, nos trae el olor dulzón y repugnante de la sangre; el tufillo de muerte que exhalan los cráteres recuerda una mezcla de cloroformo y podredumbre que nos produce nauseas y vómitos”. Cuando tal sucede, a veintitantos kilómetros de la capital francesa, las terrazas parisinas de los Campos Elíseos están atestadas y el público llenará por la noche los teatros.

Desde entonces, nada ha cambiado. La guerra más o menos próxima, como ahora sucede con la de Ucrania, es una pieza teatral que se desarrolla en dos escenarios con representaciones o funciones paralelas. Así, mientras la Europa directamente implicada en el desastre discute diletante y jacarandosa sobre sanciones al agresor o envíos de material bélico al agredido, jóvenes rusos y ucranianos fallecen o son horriblemente mutilados a diario, entre el fango oscuro y el hedor terrible de la muerte. De sentarse a hablar de paz, ni media palabrita.

A veces, la constancia de esta miseria produce tal consternación y desaliento, que uno se ve forzado a buscar reposo y solaz en los clásicos. De tal suerte que regresa a la isla de Ítaca con Odiseo/Ulises, “el de las muchas mañas” y “el multiforme ingenio”, para contemplar como los pretendientes de la paciente Penélope corren por las salas “como vacas dispersas por el tábano inquieto”, mientras el héroe legendario se muestra: “… erguido en mitad de los muertos, todo lleno de polvo y de sangre, que se diría un león que retorna saciado a placer de la carne de un buey que mató en la manada”.

De tal guisa, el hijo de Laertes y Anticlea, mira displicente hacia el patio donde traen al cabrero Melantio, que estúpidamente armó a los osados galanteadores y al que: “…con el bronce cruel le cortaron las narices y orejas, le arrancaron sus partes después, arrojándolas crudas a los perros y, al fin, amputáronle las piernas y brazos con encono insaciable”.

O sea, que seguimos en lo mismo, así que casi mejor volvemos a la peli de Edward Berger Sin novedad en el frente, que es verdaderamente soberbia, y que bien nacidos desearle suerte en el aleatorio reparto de los Óscar.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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