Campanadas de boda

El Nuevo Teatro Alcalá  de Madrid, viene acogiendo  durante los últimos meses  la más reciente producción del grupo de teatro  catalán  La Cubana, uno de los  más  personales, gamberros (en el sentido más  positivo de la palabra) y desternillantes  formaciones  de los últimos  decenios. La Cubana  vio la luz  en 1980 y, desde entonces, ha sabido  encontrar su hueco   como  compañía  abanderada de un teatro fresco, popular, transgresor,  renovador, chispeante y con  un único y sustancial afán, el de hacer  pasar  al espectador un rato   agradable, lleno de  sorna, sonrisas  y  haciéndole olvidar   por unas horas  sus  problemas  familiares, laborales o personales.

No diga/escriba La Cubana. Diga/escriba talento, humor, crítica, imaginación, despiporre, desconcatenación astral... y, claro, disfrute a tope de quienes acuden a verlos. Cual acontece ahora en Madrid con sus 'Campanadas de boda', un éxito de crítica y público en el Teatro Nuevo Alcalá. 

Nada hay más teatral -comedia, drama y tragedia- que la vida misma. Y, dentro de este apartado, destaca la representación hipócrita que son las bodas. Y, dentro de este apartado, claro, La Cubana le saca punta. Da la campanada. Con su nuevo espectáculo, que desde su estreno en Madrid el 24 de septiembre está triunfando a tope en cuanto a críticas y, lo que es más importante, en taquilla. En el Nuevo Teatro Alcalá.  

Grandes, muy grandes. Es más, como los quería Baudelaire, a los genios, digo/escribo: sublimes sin interrupción. Porque el grupo La Cubana llevan más de tres décadas riéndose del mundo. Pero no con un humor casposo, cutre y facilongo -tipo Morancos, por ejemplo-, quia. Lo suyo es la creatividad, la imaginación, el talento, el surrealismo, el desparpajo... y la genialidad. Como ahora cuando dan la campanada porque se van de boda.