Se acabó

   ETA rompió ayer el alto el fuego tras nueves meses sin atentados. No hubo, aviso no hubo advertencia de que pensaban volver a su criminal actividad. Se limitaron a llamar a la DYA, con el siniestro procedimiento de siempre, y dar sólo media hora para desalojar un edificio inmenso como es la nueva Terminal del aeropuerto de Barajas.

   Se acabó la esperanza. La expresión del Ministro del Interior no dejó lugar dudas. Empezó diciendo que era ETA, que había sido una explosión muy importante, muy potente que "interrumpe el alto el fuego". Lo mismo que habían sentido los pasajeros que oyeron una explosión, vieron como la entrada de la Terminal se llenaba de humo y fueron literalmente empujados a escapar por los 'finger' a las pistas de aterrizaje donde permanecieron horas, ya que los severos daños del edificio no permitían el acceso.

   Menos mal que el Estado, como dijo Rubalcaba, no había bajado la guardia y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad seguían con su labor de investigación y vigilancia de los terroristas. Es de esperar que los autores sean detenidos cuanto antes.

   A la desesperanza que invade a la ciudadanía ante el fracaso, una vez más, de otro intento de paz sólo cabe ofrecer garantías de seguridad de que los autores acabarán en la cárcel y que si los terroristas han optado por volver a sus acciones criminales sólo les espera la prisión.

   Porque es evidente que con una banda criminal no hay nada que dialogar porque parafraseando a Rubalcaba "la violencia es incompatible con el diálogo en cualquier democracia". Los españoles llevan más de treinta años aguantando el chantaje del terror sin ceder y los asesinos deben saber que así somos capaces de seguir porque la razón está de nuestra parte.

   Es cierto que las ganas de ver el fin de tanta insania había hecho crecer el optimismo de que la banda, tras el horrible atentado del 11-M, había comprendido que el terrorismo en la Europa del siglo XXI es un atavismo insostenible. Pero ayer se demostró que no, que su actuación es incompatible con la razón.

   Cuando al Ministro del Interior se le preguntó si tenían alguna sospecha de que algo así fuera a suceder dijo que no y que hacer análisis racionales de una banda terrorista como ETA puede llevar a conclusiones equivocadas ya que funcionan con parámetros que no son los nuestros.

   Ante el atentado de ayer no valen actuaciones oportunistas de "ya lo decía yo", "con estos no había que intentar nada". Sólo cabe esperar que sirva para que las fuerzas democráticas recuperen una unidad que, de haber existido, hubiera venido muy bien en estos meses de esperanza.