Tensión, ésa es la palabra que puede definir un encuentro de dos horas y media entre el presidente del Gobierno español,
José Luis Rodríguez Zapatero, y el lehendakari vasco,
Juan José Ibarretxe. Tensión y caras largas en el noveno encuentro oficial que ambos han mantenido desde que Zapatero llegara al poder en marzo de 2004. Tensión y poco o nulo ‘talante’ en una reunión predestinada a fijar posiciones conflictivas de cara a las elecciones autonómicas que se avecinan.
Pero, por primera en la historia de las relaciones entre ambos, en el encuentro de este martes, que venía precedido de una inmensa polémica, Zapatero e Ibarretxe se han desmentido el uno al otro. Es evidente que este encuentro sólo ha servido –acaso eso era lo único que se pretendía- para fijar posiciones electorales y estratégicas de cara a sus asuntos propios –en el caso del nacionalismo vasco- y para recomponer los acuerdos antiterroristas con el PP –en el caso del Gobierno socialista-.
Y en ese ambiente escasamente cordial, Zapatero ha optado por la única vía que le dejaba libre su interlocutor: mandarle a su casa con su nuevo plan bajo el brazo porque es
‘innecesario e inconveniente y porque divide y confunde a la sociedad vasca”.
No obstante, si Ibarretxe sabía qué respuesta iba a recibir en Madrid, la pregunta es obvia: ¿a qué ha venido? No a traer una nueva propuesta, porque Zapatero ni siquiera considera como tal lo que Ibarretxe le ha dicho –convocar juntos una consulta que lleve a un acuerdo plasmado en un ‘papel jurídico’ que se presente a los vascos en referéndum antes de 2010-; tampoco a conseguir un asentimiento del presidente del Gobierno español a lo que el propio PNV llevó a la ‘mesa de Loyola’ el 25 de octubre de 2006.
Así las cosas, es evidente que Ibarretxe ha venido a Madrid a abrir el fuego electoral en el País Vasco, pues pocos dudan ya de que se adelantarán los comicios autonómicos, pero haciendo especial hincapié en un victimismo sobre como ‘Madrid’, es decir, el centralismo, trata a la periferia. Es decirm poniendo la pelota en el tejado de la otra parte. Todo de cara a su electorado en Euskadi.
Ibarretxe no ha perdido, por tanto, el tiempo en cosas melifluas: ni ha entrado siquiera en la retahíla de proyectos conjuntos de ambas administraciones con los que Zapatero le ha intentado bombardear durante el encuentro y luego a los periodistas en rueda de prensa –la segunda que da después de un encuentro con Ibarretxe; en las anteriores quien respondía era la vicepresidenta
Fernández de la Vega-: que si la ‘Y’ vasca, que si la alta velocidad, que si el bienestar socio-económico de la sociedad vasca, que si el gran centro tecnológico que él, Zapatero, está negociando con el Unión Europea para Euskadi… No ha valido la ‘obra pública’ ni social en un encuentro más político que nunca.
Todas las identidades e ideologías
El encuentro sí ha servido para reafirmar posiciones estratégico_electorales con las que hacer ver a sus respectivas audiencias que cada uno está subido en su propio pedestal. Zapatero le ha repetido una vez más a Ibarretxe que
“en mi idea de España caben todas las identidades y todas las ideologías… pero dentro de España”, es decir, de los límites que marcan la Constitución y los Estatutos de Autonomía. Y, también, que con violencia de ETA no se consigue nada.
Pero Ibarretxe le ha respondido que, aún siendo
“el mayor enemigo” del pueblo vasco,
“es necesario diferenciar la paz de los acuerdos políticos, exista ETA o no”, y que para el pueblo vasco
“no es aceptable que esas cuestiones que el presidente Zapatero ha hablado con ETA se niegue ahora a hablarlas, a pactarlas con el lehendakari que ha sido elegido por la sociedad vasca”. Desde luego, es una trampa dialécticamente endiablada, pero Zapatero, guiado por sus asesores, va a intentar convertir esa punta de lanza ofensiva en un arma de doble filo. Ya empezado el primer round al respecto: con el cuerpo de un guardia civil aún caliente sobre la mesa y un atentado reciente, Zapatero ha encontrado argumentos para dar la vuelta a la oración:
“El Gobierno de España ni cedió ni acordó [ahí están los últimos atentados]… pediría un poco de sensatez”.
Ahora bien, ¿habrá consulta por fin el 26 de octubre de este año? Zapatero le ha dicho a Ibarretxe que ‘ni se le ocurra’, pero no ha adelantado –se niega a hacerlo- cómo lo va a impedir.
Y un último desencuentro: con un mensaje muy meditado –tiempo ha tenido para ello- Ibarretxe, muy dolido porque le califiquen sus planes secesionistas de
“aventuras y ocurrencias”, ha acusado a Zapatero de únicamente querer adelantar las elecciones en Euskadi confiando en réditos políticos partidarios, y que quien sólo quiere elecciones no tiene soluciones. Zapatero, muy sobrado de sí mismo, le ha respondido que
“la frase de que las elecciones no son soluciones no la comparto” porque ahí está lo que pasó el 9 de marzo. Doble guantazo: uno para el PNV –el PSE le ‘barrió’ en Euskadi- y otro para el PP –Rajoy perdió su oportunidad de ser presidente del Gobierno, al menos en esta legislatura-.