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No nos falle, ZP

jueves 13 de noviembre de 2008, 13:01h
Probablemente, usted, el presidente del gobierno español, se halla ante su reto internacional más difícil. Siete minutos para probar si es o no un estadista, si da la talla en un foro de la importancia de la ‘cumbre’ de Washington de este sábado. Siete minutos de un discurso que va a ser analizado línea a línea, palabra por palabra, casi siempre -para qué nos vamos a engañar- desde una perspectiva más bien crítica a priori, que tampoco sobran motivos para el contento.

Tampoco nos vamos a engañar si suponemos que la lupa sobre lo que diga usted, señor Zapatero, en sus siete minutos de gloria -o de desdicha- se va a colocar en los ámbitos nacionales, aquí en España, mucho más que en los foros de discusión y análisis internacionales: en Washington va a haber discursos que llegan, independientemente de lo que digan, con mucho mayor peso que el del representante del gobierno español.

En todo caso, a Zapatero hay que reconocerle que se ha estudiado bien la lección para este viaje necesario: ha pedido papeles a ‘su’ Fundación, al frente de la cual ha colocado a Jesús Caldera; también a sus colaboradores inmediatos; ha hablado con los banqueros, con los sindicatos, con la patronal, ha recibido otro papel, entregado en mano por Mariano Rajoy... En fin, que ha escenificado, y lo ha hecho bastante bien, que, cuando hable, lleva la voz del país entero tras él.

Claro que la verdad es que el presidente no se ha reunido, ni -seamos realistas- posiblemente podría haberlo hecho, con usted que me lee, o conmigo, o con el vecino de enfrente. Pero podría haber incorporado, de haber sido posible tanto encuentro, el cabreo de muchos ciudadanos ante la fotografía de los escaños vacíos. O del abismo que se abre entre quienes, merced a sus cargos públicos, disponen de gastos casi ilimitados y de un trabajo seguro al menos hasta que pase la crisis, y quienes se ven enfrentados con el desempleo, con la carestía o con el inminente cierre de su pequeña empresa por falta de liquidez. Y no son cifras, señor presidente: son personas que no saben si van a pasar unas navidades blancas, pero sí que las van a pasar sin blanca.

Ya entiendo que eso tiene poco que ver -¿o sí?- con los grandes temas: las crisis financieras, las hipotecas basura o quién va a controlar las ayudas a los bancos. O con la ‘socialdemocratización’ del nuevo capitalismo, que sustituya al orden creado hace sesenta y cuatro años en Bretton Woods, que es el orden que nos ha regido desde siempre. O con el cambio climático, o con la alianza de civilizaciones. Grandes temas que pasan muy por encima de nuestras cabezas, de nuestras vidas. Pero son nuestras pequeñas vidas, presidente. Puede que merezca la pena que las incorpore usted a su discurso.

No nos falle, presidente. Por segunda vez desde que comenzó su mandato, tenemos que pedírselo.
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