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Reflexiones

Reflexiones

martes 07 de octubre de 2008, 21:25h
Ya se me ha pasado el susto. Ya voy asimilando que todo ha sido una pesadilla. Por eso ahora, más en frío me gustaría aclarar algunas cosas sobre el artículo de mi detención. En primer lugar quiero agradecer los comentarios de los lectores de diariocritico.com (incluso los que me llamaban pija). Es posible que no me haya explicado bien y por eso hoy, que ya está todo más masticado intentaré hacerlo mejor.

Yo no he querido en ningún momento dar a entender que la policía es mala y los detenidos buenos. A mí, en la comisaría de la Vaguada me trataron maravillosamente bien. Y en Moratalaz también. Y no porque fuera periodista porque ellos no lo sabían. Lo supieron cuando recriminé al policía que pegaba a los detenidos.

Me he limitado a hacer un relato de lo que viví. No he ocultado nada. Aquí no hay nada extraño, lo único que hay es una serie de despropósitos que me han conducido de manera legal pero injusta a pasar una noche detenida.

De todo esto he sacado la siguiente conclusión: este sistema judicial no sirve de mucho. Y no sirve por lo siguiente. La mayoría de la gente que es detenida es soltada inmediatamente por falta de pruebas. Y muchos, según salen, vuelven a delinquir. Dos detenidas el mismo día que yo (a las que les di los 30 euros que llevaban encima y mi chaqueta porque se moría de frío y tenía el mono de caballo) atracaron a unas chicas que estaban a la salida (no puedo darles más datos). Los policías nacionales lo saben y se hartan. Nosotros, los que no vivimos esas situaciones nunca, no lo sabemos, pero están hartos. Y yo humanamente puedo entenderlo pero nunca justificarlo y, ni mucho menos en mi condición de periodista callármelo. Supongo y entiendo que la mayoría de ellos son personas con corazón y que incluso a veces hasta pueden sentir lástima de lo que ven. Pero también sienten hartazgo de una profesión que puede resultar tan desazonadora. Pero ¿pegar? Nunca. ¿Insultar?¿Dar trato vejatorio? Si no lo soportan y no pueden evitar levantar la mano que se dediquen a otra cosa. Si yo estoy hasta las narices de mi trabajo (que no es el caso) no puedo ir pegando tortas a quién se meta en mi camino. Por muchas ganas que una tenga. Eso se llama civismo y es indispensable para vivir. Si además eres autoridad, es una obligación.

La yonki de la que les hablaba en el artículo me dio mucha pena. Y me dio pena porque está metida en una rueda de la que nunca va a salir. No tiene familia, no tiene vivienda, no tiene nada. Lo único que tiene es una dependencia brutal a una droga y siempre va a hacer lo posible por conseguir dinero para tomarse su “caballo”. Siempre va a seguir delinquiendo. ¿Tenemos la culpa los ciudadanos? En absoluto. Y la policía nos tiene que defender de ellos arrestándolos. Pero los jueces tienen que hacer otras cosas. Por ejemplo mirar medidas más efectivas que solucionen el problema desde la raíz en lugar de tocarle las narices a una ciudadana limpia de delito alguno que no ha pagado una multa de 30 euros por un accidente de tráfico en juicio de faltas. Yo no sé qué será de esa muchacha. Es probable que se muera pronto por una sobredosis o porque está en fase terminal de Sida. Lo único que sé es que cuando le regalé mi chaqueta se tumbó a mi lado y apoyó su cabeza en mis piernas para dormir. Y probablemente lo hizo porque no recuerda cuando fue la última vez que alguien tuvo un gesto de humanidad hacia ella. Y critíquenme si quieren pero eso fue lo que me salió de dentro hacer. Me dio mucha mucha pena. Y me dio mucha rabia que estas cosas no tengan remedio. Es una delincuente habitual y lo sé porque ella me dio todos los datos. Pero, sinceramente. ¿Ustedes creen que esto tiene remedio? Yo lo dudo. Esta experiencia me ha abierto mucho los ojos y tardaré mucho en olvidarla.

Yo no sé quién tiene la culpa de todo esto. Tampoco sé cuál es la solución. Lo que sí sé es que la delincuencia no tiene raza ni nacionalidad. Que hay gente muy honesta y muy decente que viene de fuera y nos hace la vida más fácil, que limpian nuestras casas y cuidan de nuestros hijos. Y que lo que no podemos es echarle la culpa a Zapatero porque tenemos robos. Eso es demagogia pura y dura. Porque con Aznar a mí también me han robado.

Espero haberme explicado mejor y espero que no sean muy duros con sus críticas, aunque las aceptaré
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