Miércoles negro. Nueve de la mañana. Nada hacía presagiar lo que se venía encima. Los periódicos, eso sí, anunciaban, que la agencia de calificación Fitch había rebajado la valoración de la deuda de Grecia pasando de A- a BBB+, y había puesto en observación las de Irlanda y Portugal . Pero, por el momento, la deuda Española se salvaba aunque todo hacía presagiar lo peor ya que si Fitch había rebajado la deuda griega, elevando por consiguiente, la prima de riesgo de la misma, por considerar descomunal el déficit del 11% del PIB previsto para la economía helena, la nuestra no podía salir bien parada al considerar los expertos que se llegará al 10%.
Pero los responsables del viejo caserón de la calle de Alcalá, sede del Ministerio de Economía, se agarraban a un clavo ardiendo: las propias advertencias procedentes de Bruselas efectuadas la semana pasada, también señalaban cierta confianza en que las medidas fiscales preparadas por el equipo que dirige Elena Salgado, nos protegerían de las rebajas de calificación de las agencias que miden la solvencia de un país.
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Pues no ha sido así. Lo que comenzaba con negros nubarrones a primera hora de la mañana, se convirtió en una tormenta en toda regla, un auténtico tsunami financiero, cuando, a las dos de la tarde, tres horas antes del cierre de Madrid, S&P procedía a rebajar la perspectiva de rating.
El Ministerio de Economía advierte que Standard & Poors mantiene la nota AA+, es decir, que todavía no ha procedido a rebajar la calificación crediticia aunque sí la perspectiva, de “estable” a “negativa”.
¿Y que quiere decir esto? Pues más o menos algo parecido a lo que ha hecho Fitch con Irlanda y Portugal. Y ello ha colocado a la economía española donde tanto nos temíamos que acabaría: entre las cuatro más negras de la Unión Monetaria.
La reacción no se ha hecho esperar. Los bancos, sobre todo los dos grandes, con su proyección exterior a cuestas, y dependientes de los grandes inversores mundiales han sido las víctimas. Sus caídas han arrastrado al Ibex y se ha producido la tormenta.
Pero lo peor no acaba aquí. Este jueves, la apertura de la bolsa de Madrid, en la plaza de la Lealtad, promete mucho morbo. La caída puede ser descomunal. La peor parte se la pueden llevar los bancos. El pánico está instalado en las sedes financieras españolas a la espera de lo que ocurra en las próximas horas. De lo que suceda va a depender el curso de los acontecimientos futuros en lo que a la salida de la crisis se refiere. Pero los expertos creen que la cosa puede complicarse aún más de lo que está para nuestro país.