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‘Tonto’ o ‘gallego’

‘Tonto’ o ‘gallego’

viernes 20 de marzo de 2009, 20:29h
A instancias del Bloque Nacionalista Galego, que presentó una reclamación en el Congreso, la voz gallego se librará de su acepción de tonto que hoy podemos leer en el Diccionario de la Real Academia Española. En 2013, cuando se publique la 23ª edición del Diccionario, gallego ya no será sinónimo de tonto. El uso de esta acepción, por cierto, el Diccionario la sitúa sólo en Costa Rica. La incorporación de la sinonimia de gallego y tonto  al Diccionario fue en la 22ª edición, la última hasta la fecha. En la 21ª edición, de 1992, en la voz gallego leemos en su novena acepción:  “Costa Rica. Especie de lagartija que vive en las orillas de los ríos y nada con mucha rapidez”. En la 22ª edición, leemos en la quinta acepción de la voz gallego: “Costa Rica. Tonto (falto de entendimiento o razón”). Como se ve, de una edición a otra, despareció la especie de lagartija y apareció ese tonto, que tanto le ha debido doler al Bloque Nacionalista Galego.

Aprovechando la reciente visita a Barcelona y Madrid del alcalde de Atenas, Nikitas Caclamanis, el alcalde, indignado, podría también haber solicitado  a la Academia que, en la próxima edición de su Diccionario, elimine también la tercera acepción de beocio – natural de Beocia – porque beocio es sinónimo de “ignorante, estúpido, necio”,  y esta acepción mancha el buen nombre de una región de Grecia. Ya para los atenienses de la Grecia clásica beocio era sinónimo de tonto. Y, desde los días de Pericles, esa acepción ha viajado hasta el Diccionario de la Academia. ¿El Diccionario debe recoger el lenguaje que se habla – aunque, en algún caso, le duela a alguna etnia – o el lenguaje que dictan los hipersensibles nacionalistas  de las más de 2.000 naciones que hay hoy en un mundo que cuenta sólo con 200 estados? Como se ve, la Academia tiembla y José Manuel Blecua, su secretario, anuncia  que, en un par de meses, en la página de Internet (www.rae.es) ya se dirá que el artículo está enmendado.

¿Nos enfadaremos los españoles porque, en Holanda, a los niños no se les dice  que viene el coco, sino que viene el duque de Alba, el de los exterminadores  tercios de la llamada furia española, expresión que luego se aplicó aquí al fútbol – tan endeble, por cierto, durante tantas décadas  - de nuestra selección? Como dicen los sabios, el delirio y la susceptibilidad humana son infinitos.

Y ahora José Antonio Labordeta publica su libro Memorias de un  beduino en el Congreso, que presentó en Barcelona en la magnífica librería Taifa del gran poeta, espléndido  editor y librero José Batlló. La segunda acepción de beduino en el Diccionario de la Academia dice: “Hombre bárbaro y desaforado”. ¿Debe desaparecer también del Diccionario esta acepción? ¿Qué opina sobre esta pregunta el Bloque Nacionalista Galego, a quien tanto admiro por galego  y por bloque? Y valga aquí el uso de este  y, una conjunción copulativa que debe unir  elementos de la misma naturaleza y que, en este caso, une excepcionalmente un adjetivo – galego – y un sustantivo – bloque  - que son de distinta naturaleza gramatical.  Pero yo, por mi amor al Bloque, no tengo inconveniente incluso en destrozar mi  idioma que, en última instancia, es, además, el abominable castellano que apenas hablan cuatro o cinco gatos. Y que conste que yo también me enfado mucho cuando alguien dice que el castellano es una lengua de medio pelo que no la habla casi nadie. Y, si fuera diputado, por supuesto, presentaría una reclamación en el Congreso. El primer deber de un trabajador es justificar su sueldo. Y el Bloque Nacionalista Galego, en este caso al menos, lo ha justificado.
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