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Crítica de 'La red social'

La 'peli' de Facebook o la historia de cómo se digitalizaron nuestras vidas para siempre...

La 'peli' de Facebook o la historia de cómo se digitalizaron nuestras vidas para siempre...

domingo 31 de octubre de 2010, 19:16h
Muchos pueden considerarla una película innecesaria, que se suma a la moda de hablar sobre redes sociales y cuyo único objetivo es hacer caja intentando contar la historia del creador de Facebook, el sitio web con más éxito del planeta. Pues bien, quien piense así, está equivocado. Cierto es que se trata de un filme comercial, no independiente, y que tiene un formato de los más convencional, que se ha evitado el formato de documental para contar en forma de drama cómo se creó esta red social y cómo fueron las consecuencias tras una serie de demandas por vulnerar, presuntamente, la creación intelectual de Facebook. Pero realmente 'La red social' es algo más que eso. No es una película para consumo rápido. Es una buena reflexión sobre cómo la mente de un genio puede crear en cuestión de minutos un sitio web que haga movilizar a 500 millones de personas en todo el mundo y de paso, cambiar para siempre parte de nuestras vidas.
Ahí está la pieza inicial sobre la que se edifica y plantea el filme. La historia de Mark Zuckerberg es la de cualquier Bill Gates y de tantas mentes superdotadas que cambiaron parte del mundo posmoderno que conocemos a base de ráfagas  de su genialidad. Y eso que en 'La red social' no se incide demasiado en realizar un retrato psicológico del personaje, sino más bien en acercar al gran público la verdadera historia que hay detrás.

Realmente no es para tanto, ya que los orígenes de esta web ya se conocen: una buena noche, tras un desengaño amoroso con una joven que le pone bien en su lugar, Zuckerberg escribe en su blog personal una serie de exabruptos hacia ella. No satisfecho con ello, programa en tan sólo unos minutos una pequeña página para vengarse de esta chica, Erica, y, de paso, del todo el género femenino en su totalidad. Zuckerberg aparece reflejado como un cruel misógino que prefiere burlarse de las mujeres de la manera más infantil -su aspecto físico- y permite a los compañeros de su universidad, la prestigiosa Harvard, votar sobre la apariencia de las compañeras que conocen en el campus. El éxito que tiene en una sola noche es tal que colapsa los servidores locales de la universidad debido al alto tráfico generado.

De ahí surge la motivación para trabajar y desarrollar la idea inicial: la de que a los jóvenes les interesa controlar y conocer de una forma 'escondida', que es lo que permite Internet, a sus compañeros de clase. Así, Zuckerberg crea 'Face Match', basándose en los ya existentes libros con fotografías de alumnos sirviéndose de las fichas universitarias, los Face Book -de ahí el nombre final de la web-. Al día siguiente consigue el apoyo de unos informáticos, de dos cursos superiores que Mark, para desarrollar 'Face Match'. A pesar de que acuerdan esa colaboración, Zuckerberg pronto entiende que es su gran oportunidad y a espaldas de estos 'hijos de papá' la impulsa con su compañero de piso, Eduardo Saverin, otro adinerado joven aunque con la cabeza más sentada, y que también finalmente le demanda en un futuro, aunque no por plagio, sino por estratagemas empresariales para sacarle de la compañía.

Y ahí está la gran parte de la trama de la película 'La red social', que es lo que al público norteamericano le gusta y le encandila: las tramas judiciales. La mayoría del filme relata cómo se suceden los continuos careos entre demandantes y demandados, permitiendo al espectador recrearse con flashbacks que recuerdan la vida universitaria de Zuckerberg, así como con las primeras vivencias del sitio web facebook.com, cuando ya está subido a la Red.

Existen varias escenas sugerentes, como aquella en la que el también joven y talentoso creador de Napster, interpretado por el famoso cantante Justin Timberlake, se acerca a él para hacerse socios. Dicen que los polos opuestos se atraen, pero en realidad lo que se atraen son las personas con metas y mentalidades muy parecidas. Y así es como Zuckerberg y Shawn Fanning terminan juntando sus destinos. Zuckerberg pone el genio centrado, obsesivo, y Fanning la parte descarada y desenfadada de un joven emprendedor, algo descarriado.


La polémica por el filme

Detrás de 'La red social' ha habido mucha controversia. Primero, por saber si se trataba de una simple forma de hacer caja, como decía anteriormente, contando de forma aséptica la historia del web site. Segundo, conocer si era una arrolladora sentencia contra la persona de Zuckerberg, mostrándole como un plagiador de ideas brillantes que se esconde en la sombra. Pero no. Su mentalidad oscura no es tal, sino que Mark alberga un niño en su interior, un genio introvertido que paga con las mujeres su nulo éxito social y que aprovecha su ingenio para hacerse pasar como un despiadado genio diabólico que puede controlar a los demandantes, y de paso los datos personales de medio planeta. Y es por eso que el propio Mark Zuckerberg ha arremetido contra la película.

Es evidente que nadie puede saber a la perfección qué se escondió detrás de las vidas de todos los personajes de la historia. Ni tampoco sabremos cómo es la verdadera personalidad de este joven ya multimillonario si no lo conocemos en su intimidad. Pero parece adecuado resaltar lo que nos brinda la primera escena que el director David Fincher rueda con genialidad. En ella está la clave de toda la película y quizás del propio site Facebook. El germen definitivo de la idea de crear la página viene de una sarta de verdades que Erica, una estudiante con la que Zuckerberg intenta salir, le suelta a la cara, como ya conté al inicio. La joven le dice, de forma premonitoria, que cuando en el futuro recopile fracasos amorosos con las mujeres, no las culpe a ellas ni a su perfil de 'friki' informático. No. Le dice que reflexione sobre su personalidad, ya que le dice que es un completo gilipollas... La redención se la debe dar el espectador libremente, y para eso está la escena final, que no adelantaré para quienes no hayan visto aún la película. Una escena realmente graciosa, que nos acerca y humaniza a Zuckerberg y, de paso, nos hace recordar nuestros hábitos de navegación en Facebook.

Quizás lo que a Zuckerberg más le haya molestado es que, sin ser una película que se dedique a destrozar su imagen, no le favorece en nada. ¿Es Zuckerberg un megalómano insoportable aislado del mundo que intenta digitalizar nuestras vidas e, incluso, controlarlas? ¿Un ser sin sentimientos cuya única meta es programar líneas de código sin tratar de colorear su propia vida al margen de lo virtual? La realidad es que si este joven algún día intentara hacer un uso despiadado de todos los datos personales que almacena Facebook, los muros de este mundo global temblarían. Más allá de lo puramente digital...


Calificación:  8/10


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