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También la China tiene sus molinos de viento

También la China tiene sus molinos de viento

lunes 13 de diciembre de 2010, 00:13h

El caso Xiaobo parece haber enloquecido al mundo occidental. La prensa seria y la amarilla se rasga las vestiduras, los Gobiernos escandinavos ejercen de plañideras institucionales y dejan que la entrega del Premio Nobel de la Paz 2010 sea presidida por una silla vacía – la destinada a Liu Xiaobo, el ganador del premio de este año – y hasta la muy pragmática Republica Popular China pierde el oremus y moviliza policía, diplomacia y el aparato propagandístico del Partido Comunista – el monopolista del poder en el país – para luchar y denigrar una institución cultural de la que se habla sólo una vez al año : los Premio Nobel de la Paz.

Vamos, que estamos viendo muy en serio un onírico Don Quijote chino arremetiendo contra los molinos de viento escandinavos…

No hay que decir que el airado boicot del Gobierno de Pekín a la entrega del Premio Nobel de la Paz de este año al disidente chino Liu Xiaobo es vituperable bajo todos los aspectos. Pero así y todo, este ataque de "furor sinensis" tiene también una lectura positiva : el régimen ya no mata a sus enemigos.

Y es que, en la segunda mitad del siglo pasado, cuando las corrientes democráticas de la China de aquél entonces se manifestaron en la Plaza de Tianamen de Pekín, los disidentes fueron aplastados por los tanques. En cambio ahora, en la China enriquecida por la liberalización del comercio, el Gobierno comunista ya no destruye físicamente a sus enemigos y se limita a encarcelarlos.

Así, Liu Xiaobo, líder del movimiento "Carta 08", ha sido condenado a once años de prisión, pero sigue vivo. Y su mujer, la poetisa Liu Xia, se halla sometida a arresto domiciliario.

Por otro lado, la enorme ofensiva propagandística y diplomática, lanzada por Pekín contra esta edición del Nobel de la Paz indica que el Gobierno comunista no se siente nada seguro de la fidelidad de sus súbditos. Los esfuerzos desplegados para que dieciseis naciones – empezando por Rusia, Cuba y Venezuela – no asistieran a la entrega del Premio, así como la masiva campaña de prensa en el interior del país para desprestigiar el Nobel de la Paz revelan la dimensión del temor del Gobierno chino a que surja en el país una oposición política capaz de quitarle el poder.

Visto desde Occidente, semejante posibilidad parece mera quimera. Pero el Gobierno chino está en mejores condiciones que nadie para saber dónde le aprieta el zapato – lo que explicaría – las dimensiones de los aspavientos de protesta.
Y, si se hace memoria, entre los muchos e incomprendidos síntomas del hundimiento de la URSS y el comunismo estalinista de finales del siglo XX figuró la concesión del Premio Nobel – esta vez, de Literatura – a Alexander Soleshnizin, un disidente que conoció por experiencia propia los campos de concentración (los gulags) estalinistas…

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