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Esquerra Republicana de Cataluña, a fondo

Esquerra Republicana de Cataluña, a fondo

martes 16 de diciembre de 2008, 15:52h
Esquerra Republicana es un viejo partido catalán. Nació en el año 1931. Pero a los efectos es una de las organizaciones más jóvenes y bisoñas del panorama político de Cataluña. La explicación a esta aparente contradicción está en la refundación que de las históricas siglas hicieron un grupo de jóvenes izquierdistas al final de los años 80 del siglo pasado.
Un partido que tenia entre sus mejores valores la sigla y la historia, fue infeudado por jóvenes procedentes de tradiciones diversas que querían romper con el statu quo del nacionalismo y de la política catalana.
Los Colom, Carod y Puigcercós rompieron con la tradicional definición federalista de ERC. Rompieron con la adscripción práctica del partido de Barrera a la internacional liberal e inauguraron un período de gran virulencia verbal.

    Carod hizo de la consigna “mans netes” (manos limpias) una de sus frases favoritas en los mitines poblados al igual por personas de edad avanzada y por jóvenes independentistas. Así, y con una calculada ambigüedad, ERC llegó a ser el fiel de la balanza que hizo posible el primer tripartito.

    Al llegar al gobierno catalán los republicanos habían puesto muy altas las expectativas entre su gente. Luego la realidad fue tozuda.

    Primero, quizás la falta de experiencia en el poder llevó a Carod a participar siendo conseller en cap , equivalente a vicepresidente, en la reunión con ETA en Perpignan. La revelación del encuentro, atribuida a los servicios secretos españoles, abrió un período de inseguridad que terminó con el cargo de Carod, que se quedó como conseller sin cartera y que supuso la primera crisis entre la Generalitat y el Gobierno español, que presionó fuerte para conseguir que Maragall expulsara a ERC del ejecutivo.

    Los errores de ERC tienen una dimensión más casera, más local. Así la crisis denominada de la carta. El partido, que en la oposición se convirtió en martillo de herejes de Pujol y su gobierno por sus  denuncias de nepotismo y amiguismo, fue descubierto cuando una carta atribuida a su alto dirigente, Xavier Vendrell, advertía a los trabajadores de los departamentos gobernados por ERC que debían contribuir con un porcentaje de su sueldo a los gastos del partido. Se armó el escándalo, porqué no quedaba claro si era una recomendación, una amenaza, o qué era. Tampoco quedaba claro si la carta se refería a los trabajadores que habían sido “colocados” por el partido en las administraciones, o sólo a aquellos que voluntariamente aceptaran contribuir. Sea como fuere, y a pesar de que judicialmente el tema no pasó de la denuncia, supuso un borrón muy grande en el expediente de ERC. Esto pasaba en el otoño de 2006. A pesar de ello, Vendrell, unos meses más tarde era ascendido a consejero de Governació, cargo en el que duró poco porqué se convocaron elecciones catalanas.

    Y estaba el asunto familiar. Todos los partidos políticos tienen dirigentes con familiares que ocupan cargos en las administraciones controladas por la organización. Lo que hacía diferente a los republicanos de otros partidos era que ellos habían hecho gala de no caer en los mismos errores que el resto de los partidos. Y Carod, nombró a su hermano Apel•les, también de larga militancia independentista pero sin el relumbrón de Josep Lluís, como un alto cargo del departamento de Presidencia que tuvo que dejar porqué Maragall exigió el pago de un coste político por la entrevista de Perpignan.

    El primer tripartito se rompió por un problema de formas. Un consejero de la Generalitat, Joan Carretero, médico y persona de carácter pirenaico, tildó al presidente Zapatero, de “españolista demagogo”. Esto pasaba en marzo de 2006. El revuelo fue mayúsculo y terminó espectacularmente con la expulsión de ERC de la Generalitat. Los consejeros republicanos fueron sustituidos por miembros del aparato socialista y al cabo de pocos meses la inestabilidad hizo que se convocaran de nuevo elecciones en Cataluña, donde,  contra todo pronóstico ERC sólo perdió dos diputados, pasando de 23 a 21. Antes Carod aprovechando un cierto sentimiento victimista había situado a ERC con ocho diputados en Madrid amenazando la hegemonía del voto catalanista que hasta aquel momento tenía CiU.

    Luego vino el sainete del Estatut, con una dirección republicana que se habría comprometido a no votar en contra y unas bases que deshicieron todo acuerdo y obligaron a votar en contra.

     El segundo tripartito con Montilla como vigilante de la seriedad de los tres miembros que lo forman ha tenido menos incidentes gruesos. Incluso consejeros como Huguet, apodado en su juventud “el Lenin del Bages” ahora se comporta como un discreto interlocutor con los empresarios.

     Si se dejan aparte los problemas internos que ERC tiene con frecuencia, el partido ha visto como en estos dos años últimos los incidentes se reducían. Pero como las meigas, haylos. Así, en octubre de este año, un responsable territorial de la Secretaria de Deportes de la Generalitat, bajo el mando directo de Carod, denominado, Jordi Eduardo, fue pillado “in fraganti” presionando a los concejales de deportes de poblaciones barcelonesas donde se tenían que jugar partidos de fútbol sala femenino, para que a su vez influyesen en los equipos locales y conseguir así que cediesen jugadoras al equipo de fútbol sala de Cataluña. Lo hizo a través de mensajes SMS en los que había explicita una amenaza de parar subvenciones si no se hacía lo que solicitaba. Al conocerse el caso, Eduardo no tuvo más remedio que presentar su dimisión.

Como resultado del escándalo, el partido republicano anunció que elaboraría una carta de buenas prácticas dirigida a sus altos cargos.

    Y como en una historia circular vuelve Apel•les Carod a ocupar el escenario. La Generalitat tiene abiertas delegaciones en diversos puntos del planeta. Una de estas delegaciones es la de París. La dirección de este departamento ha pasado por diversas manos, Maragall nombró a Monterrat Casals, cuando el Presidente expulsó del gobierno a ERC. Pero con la vuelta de los republicanos las delegaciones pasaron a depender de Vicepresidencia, el departamento que ocupa Carod que, pese a las críticas previsibles ha nombrado a su hermano Apel•les para ocupar el puesto.

    Luego está el tema de los sueldos, en los que los republicanos no quedan a la zaga de otras formaciones, de forma que los presidentes de las diputaciones de Girona y Lleida , de ERC, tienen sueldos más elevados que los de los ministros o del Presidente del Gobierno español.

    Con todas estas aventuras no extrañará que la recientemente aprobada oficina antifraude creada por la insistencia de los republicanos después del problema causado por el hundimiento en el barrio del Carmel, no haya sido tomada en cuenta por la opinión pública catalana.
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