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México espera mejorar su relación bilateral con EE.UU.

México espera mejorar su relación bilateral con EE.UU.

lunes 19 de enero de 2009, 23:27h
Un importante sector de la clase política, empresarial e intelectual en México, espera que haya una transformación sustancial en el enfoque de las relaciones de la Casa Blanca para con México, con la llegada a partir de mañana 20 de enero, de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos.

Más allá de los grandilocuentes discursos de “buena vecindad”, es necesario que se concreten temas del más vital interés para nuestro país, cual es el caso de la aplazada reforma migratoria. Tan sólo durante 2008, fueron deportados 400 mil mexicanos de los Estados Unidos de Norteamérica. Muchos de ellos recibieron el trato de delincuentes, cuando en realidad lo que buscaban era una oportunidad en el ahora tan emproblemado mercado laboral de la vecina nación del norte.

Ya el presidente electo Obama –en horas de convertirse en el sucesor del impopular George W. Bush- ha dicho que la faena al frente de la nación más poderosa que ha conocido la humanidad, no será fácil. Y en ello radica el problema que desde México algunos observadores visualizamos: más, mucho más proteccionismo, pero no sólo al tratar de asfixiar un Tratado de Libre Comercio que, con todo y lo que lo hayan querido zaherir los grupos de la izquierda radical, lo cierto es que ha traído beneficios reales a México, al reactivar y modernizar nuestra economía.

El proteccionismo del que ha hecho mención no tan tácitamente Obama desde sus tiempos de precampaña electoral, en donde le ganó la nominación demócrata a Hillary Clinton, para luego derrotar al experimentado senador John McCain, hace pensar que pudiera hacerse extensivo de forma muy extrema, a temas tan sensibles para México, como es el  migratorio.

Inédito la llegada de un afroamericano a la Casa Blanca cuando hace apenas 40 años, existía un intolerante y diríase que hasta repugnante clima de racismo en buena parte de los Estados Unidos. Es un indudable hito en la historia de esta gran nación.

Cabe esperar que el perfil innovador que abandera Obama, se haga extensivo a sus relaciones con naciones que tal es el caso de México, debiéramos ser objeto de un trato mucho más considerado y atento en la agenda bilateral que materialmente tenemos encima ambos países: México y Estados Unidos.

Y vaya un ejemplo al canto. No es posible que nuestros vecinos estadounidenses, nos quieran ver como el traspatio de su gran nación, con todo y la convulsión económica que ahora les afecta como a gran parte de las naciones del mundo, cuando no se presentan acciones realmente eficaces para  combatir flagelos tan graves como lo es el narcotráfico.

Y no con recetas que, cuando menos a la gran mayoría de los partidos de oposición en México, parecen letalmente intervencionistas, siendo este el caso de la iniciativa Mérida.

La nueva administración del presidente Obama, debería estar marcada por un fuerte compromiso para combatir a los cárteles de las drogas en el propio territorio de los EE.UU. y con ello dar un vuelco a la degradación social y moral que implica el masivo consumo de enervantes en esa sociedad altamente industrializada, pero crecientemente deshumanizada.

El combate al tráfico de armas, a las que fácilmente puede tener acceso el crimen organizado de nuestro país y que provienen precisamente del mercado estadounidense, es una tarea en las asignaturas pendientes de la agenda bilateral, que pasa por la cooperación real para el desarrollo industrial, tecnológico y científico que requiere México para su despegue económico y el cumplimiento cabal de postergadas metas de justicia social.

La existencia de diferentes partidos políticos en el poder en México, tal ocurre en Estados Unidos, muestra que dicho rejuego partidista no es receta mágica con la que se puedan enfrentar problemas que sólo con políticas públicas adecuadas y tendentes a resolver los problemas de nuestro país, en concordancia con la creciente mundialización de la economía, las comunicaciones y agendas bien planteadas para una adecuada convivencia internacional, nos podrán ayuda a construir nuestras propias soluciones, que es el caso de México, no podemos esperar que lleguen por ensalmo desde Washington o cualesquier otro centro de poder internacional, pero si en una sana retroalimentación, en donde no ocurra lo que casi siempre ha pasado con los principales ocupantes de la Casa Blanca. Que ellos se han llevado la tajada del león, pretendiendo que los mexicanos ni siquiera tengamos acceso a las morusas del festín.

A unos aliados tan estratégicos como creemos que somos en México para los Estados Unidos, revertir las abismales asimetrías existentes entre ambas naciones, es parte del progreso y la prosperidad que requieren curiosamente en esta hora nuestros vecinos del norte.

Cabe esperar que Obama y sus importantes asesores demócratas, tengan la necesaria visión para darse cuenta de que con el fortalecimiento real de la democracia en México; la expansión de nuestro mercado interno; el avance real en la seguridad nacional, compartida, pero no intervencionista; la creación de fuentes de trabajo y de mejores estadios en el bienestar y la esperanza de la mayoría, radica en mucho, la esperanza en la reconstrucción de la grandeza de una nación como lo es Estados Unidos.
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