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Obama, Evo y Bolivia

Obama, Evo y Bolivia

lunes 19 de enero de 2009, 23:12h
Bolivia siente, más que nunca, el peso de una transición histórica en la figura del Presidente Obama. Como nunca antes en la historia republicana del país, una transición de gobierno externa es aguardada por su trascendencia particular. Si bien la posición ideológica de Evo Morales ha sido declaradamente antiestadounidense, desde sus tiempos de líder sindical cocalero, es desde la asunción al cargo de Presidente de la República que ha emprendido una serie de acciones frente a la misión diplomática del país del norte, en consonancia a los criterios dispuestos por su similar Hugo Chávez de Venezuela. La crítica a la política exterior en Medio Oriente, la crítica a los postulados de integración económica con América Latina (a través de Tratados de Libre Comercio), la política antinarcóticos, la posición medioambiental, la política energética y hasta la tradición cultural norteamericana, han sido numerosas veces criticadas desde el discurso de Evo Morales. Pero más allá del discurso, las acciones efectuadas demuestran que la acción retórica ha tenido su correspondencia con la acción real y material. La expulsión del embajador estadounidense Philip Goldberg y su correspondiente efecto en la expulsión del embajador boliviano de EEUU; la expulsión de las agencias norteamericanas DEA, USAID y NAS de la zona cocalera del Chapare; la suspensión de las actividades de la DEA en el país; la denuncia legal de acciones de subversión y desestabilización del régimen legalmente establecido de parte de la Embajada Norteamericana, USAID y funcionarios del gobierno estadounidense; constituyen sobradamente la posición de la administración Morales respecto del país del norte. La declarada animadversión contra el Presidente George W. Bush que fue liderada por el Presidente Chávez, tuvo en Morales también una consonancia solidaria. Aunque Evo Morales no llegó precisamente a la alusión personal (como lo hizo Chávez), sus acciones de respaldo a los postulados chavistas fueron reconocidas y apoyadas de manera oficial y mediática.

Por tanto, la incógnita Barack Obama, llegará a su fin en las próximas horas, cuando el primer Presidente negro de la historia estadounidense jure ante su pueblo. Hillary Clinton, Secretaria de Estado nominada, ha adelantado algún criterio sobre Chávez y Morales, argumentando los riesgos de su políticas. El hecho de haber sido excluidos de la invitación a la posesión, insinúa la posición oficial y de Estado, respecto de ambos Presidentes. Por su parte, Hugo Chávez y Evo Morales a su turno, han enviado señales discursivas apelando a la condición y origen étnico del Presidente Obama, no obstante, las políticas de Estado norteamericanas parecen trascender cualquier circunstancia personal de su conductor. Los analistas nacionales e internacionales, coinciden en afirmar que mucho cambio no existirá respecto de su atención a Bolivia y la región de América Latina. El moreno que llega a la Casa Blanca, centra para el mundo la expectativa fundamental para saber por donde irán los tiros a partir del 2009. Lastimosamente, sus aliados de Israel ya anticiparon tareas para la flamante Secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien debutará con menudo rollo como el que se ha generado en Medio Oriente. Afganistan, Irak, Irán y Palestina seguirán siendo prioridad en la lectura del contexto mundial. Obama tendrá demasiados problemas antes que los que le ha generado Bolivia y su presidente, por tanto, la agenda bilateral entre ambos países será concebida en un segundo o tercer nivel de prioridad. La abandonada sede diplomática boliviana en Washington, parece que tendrá que seguir pagando el alquiler sin responsable directo que la habite, mientras los temas de narcotráfico serán escrupulosamente registrados en detrimento de nuestro anhelo de reposición de las ventajas comerciales con las que nos beneficiamos como país hasta hace poco.

El sentir ciudadano es de expectativa y de disimulada esperanza. El “temor” ciudadano hacia la acción norteamericana, ha sido culturalmente asumido en el análisis político, desde siempre. Por lo que es importante para el boliviano común saber cómo se “normalizarán” las relaciones entre ambos países. El temor extremo es la ruptura de relaciones diplomáticas que bloquearía los intercambios comerciales, migratorios y culturales. Es importante señalar que el intercambio con el país del norte es cotidiano en los aspectos comerciales y migratorios, calculando en más un millón de bolivianos establecidos en EEUU de manera legal e ilegal. La esperanza ingenua se establece en la posibilidad de que el “moreno” y el “indígena” puedan resolver las diferencias de manera fraterna, dada su condición y origen similares. Sin llegar a asumir ningún extremo como válido, es importante señalar, que las relaciones permanecerán como tema delicado y que su “armonización” costará bastante, dados los hechos suscitados, especialmente en la iniciativa boliviana. Por todo lo expuesto, Barack Obama, se constituye en el Presidente Estadounidense que más expectativa ha logrado en el interés del espacio público boliviano.   
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