Luis del Rivero cuestiona la continuidad de Brufau al frente de Repsol

  No han sentado nada bien al entorno de Sacyr las manifestaciones de Brufau en Brasil en las cuales defiende, a capa y espada, las inversiones previstas en el Plan Estratégico 2008-2012. La constructora que preside  Del Rivero, con el 20,01% de capital  quiere reajustar dicho plan manteniendo negocios estratégicos, las denominadas áreas core pero "racionalizando inversiones y vendiendo activos para no dañar la rentabilidad del grupo".  En otras palabras, Del Rivero cree que  el  Plan Estratégico hace aguas por todas partes y pone en peligro el beneficio.

   De entrada, el dividendo que se pretende aprobar este miércoles, y que dará lugar a un intenso debate entre las partes, se reduce considerablemente. Y se cuestionan inversiones como las de los pozos brasileños "porque nadie está seguro de que vayan a ser rentables a largo plazo". También se cree conveniente desamortizar la inversión de Gas Natural saliendo de su accionariado después del movimiento corporativo de la gasística llevado a cabo en torno a su fusión con  Unión Fenosa.

   De hecho en Sacyr señalan que la previsión de multiplicar por 2,8 los beneficios en el periodo 2008-2012 no se va a cumplir si se tiene en cuenta la evolución actual del sector. Los expertos próximos a la tesis de Del Rivero creen que el crecimiento se situará en la mitad de este multiplicador.

   Así las cosas, Sacyr, que debe más de 5.000 millones como consecuencia de la operación de adquisición de las acciones de Repsol que le han convertido en el mayoritario, seguido por el 17% de La Caixa,  quiere obligar a Brufau a un cambio de rumbo.

   Pero Brufau se opone a cualquier modificación del Plan Estratégico. Defiende las gigantescas inversiones mientras que sus oponentes avisan que la previsión del beneficio de desmorona. "Hay que cuestionar la continuidad de Brufau si mantiene esta actitud", dicen en círculos próximos a Del Rivero. En otras palabras, el presidente de Sacyr, lejos de ceder, está dispuesto a echar un pulso a Brufau aunque eso tenga el coste de la salida del presidente.

   Un presidente que, a pesar de todo, cuenta con el apoyo de La Caixa, Isidro Fainé, su presidente, intenta, a la desesperada, un consenso difícil de alcanzar entre las dos partes. Y sabe que, si, al final se escenifica el enfrentamiento, tendrá que decantarse hacia un lado. Y ese parece ser el de Brufau  aunque en esto de los movimientos corporativos, nada se puede decir hasta el último momento.