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La noche de los controladores locos

La noche de los controladores locos

sábado 04 de diciembre de 2010, 00:07h
No es la noche de los cristales rotos. Tampoco la noche de los transistores, durante el intento de Golpe de Estado del 23-F. Pero sí que nos hemos mantenido periodistas y ciudadanos pegados a un televisor, un receptor de radio o a un ordenador. El objetivo era el mismo: seguir al minuto las novedades respecto al jaque que los controladores aéreos han hecho al Estado con su huelga no convocada ni autorizada.

Las razones ya las sabemos todos; el conflicto no es nuevo. Tampoco es nueva la imagen que tienen estos controladores aéreos en la sociedad española en estos momentos. Ya poco queda decir salvo que si en EEUU se hartaron en su día de este colectivo laboral y sus ejercicios de fuerza desbocados y colocaron militares para siempre, en España vamos camino de ello por la irresponsabilidad de los civiles que aquí ejercen esa labor.

Derecho a huelga tenemos todos. Pero algunos, por su delicado y fundamental labor en la ciudadanía, tienen que cumplir unos requisitos previos que van desde los servicios mínimos a la autorización pertinente. Y no, nadie esperaba que los controladores hicieran esta jugada en pleno Puente de la Constitución, con tanta gente ilusionada por irse unos días de viaje. Y quien dice viaje, dice desplazamiento urgente por trabajo o cuestiones personales, médicas, sentimentales...

El eterno uso del argumento de que el derecho a la huelga es una libertad constitucional hiere al mismo sentido intrínseco de salvaguardar nuestros derechos y libertades en una ley marco. Hiere la vista, hiere el corazón, hiere el alma. Este colectivo ha terminado de enojar a todos los ciudadanos que, sin demagogia por parte de ellos o del que lo diga, no tiene la menor sensibilidad ante los que intentaban disfrutar de un vuelo pagado con anterioridad. Quizás, con todo su esfuerzo económico y su ilusión. 

Lo lamentable es que con 4 millones de parados, esta gente, privilegiada, prefiera ejercer la fuerza y la ventaja que le da jugar con la carta de abandonar sus puestos de responsabilidad. No valen excusas: negociar, negociar y negociar. Este secuestro en masa de ciudadanos en pleno Puente no tiene nombre y, además, podría suponer un delito de sedición. La Fiscalía ya está moviéndose. El Gobierno central y algún autonómico también está en ello.

Mientras, Zapatero, Blanco y Rubalcaba no han dudado en contestar con firmeza para defender su decreto, el que ha originado la respuesta de los controladores. Militares para controlar las torres en los aeropuertos. Bien. Pero, una duda... ¿canceló Zapatero su participación de este fin de semana en la Cumbre Iberoamericana porque conocía de antemano la crisis que se venía encima aquí, en nuestros cielos y tierras?


Pablo M. Beleña
Director Diariocrítico.com
 
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