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Dopaje: los mitos derribados

Dopaje: los mitos derribados

lunes 13 de diciembre de 2010, 21:49h
Cuando ahora leo las palabras de Marta Domínguez en una entrevista concedida a la agencia EFE se me vienen muchas cosas a la cabeza. La primera, que la palentina le ha echado valor. La segunda, que ahora es cuando voy tomando verdadera consciencia de lo que ha ocurrido. Y es realmente grave.

Marta, podría perfectamente estar defendiendo una inteligente -o desesperada- estrategia consistente en no esconderse para así aparentar no tener nada que temer de la Justicia. Pero me limitaré a lo que dicte la Justicia. Porque miren, el deporte de élite ha dejado de ser mítico desde que a finales de los 80 cayeron los primeros dioses del Olimpo, como fue el caso de Ben Johnson, récord en los 100 metros lisos hasta que le pillaron la trampa. Luego llegaron muchos, y seguirán llegando. El caso es que ya el aficionado al deporte no puede saber si admira a un atleta o si admira a un dopado.

Y aquí es donde comienza la gran tragedia. Hay quien sostiene que habría que permitir el dopaje, y así, de nuevo, estaríamos de nuevo en situación de igualdad: con todos los atletas dopados, ganaría el mejor, el que mejores condiciones físicas tiene. Pero no lo considero ético. No se puede llegar a ese extremo. Al final el deporte de competición, el deporte profesional, no deja de ser un espectáculo. Cierto. Pero también es el siguiente paso del que practica deporte con el único afán de gozar de mejor salud, o simplemente divertirse.

Por eso no tiene solución, y siento ponerme tan pesimista. Da igual los mil controles que se hagan, porque echa la ley, echa la trampa. Siempre el tramposo estará un paso adelante respecto a lo que los controles detectan. Y cuando ya se ha localizado la nueva sustancia, el nuevo método dopante, otros han ganado títulos y han hecho marcas gracias a ellos.

Es el caso de Lance Armstrong. Verdaderamente lamentable. Un héroe para la humanidad por haber sido capaz, ya con cierta edad, de superar un cáncer y ganar tantos Tours de Francia, nos engañó a todos. Recuerden que la prensa francesa publicó que al menos en uno de sus títulos en la ronda gala, concretamente en 1999, consumió EPO, la sustancia más empleada en el ciclismo para incrementar el rendimiento. Pero como a los 8 años prescribe este delito, y ya había transcurrido ese tiempo, ni siquiera se especuló con que se le despojara del título.

Y lo peor no es eso. Sino que ahora, en este circo mediático, existe una gran voracidad por derribar mitos. Es la caza del héroe falso, del que se dopó. Del yonqui deportista. ¿Por qué si no se publicó, también en Francia, que nuestro tenista Rafa Nadal se había dopado para llegar a su nivel físico? En su caso no se aportaron pruebas. Y las que ahora se desarrollan en torno a Alberto Contador son más que dudosas. Pero es suficiente. ¿Cómo puede un deportista de élite intentar limpiar su imagen después de haber sido acusado de dopaje, cuando es más que creíble? Y es que esa credibilidad la ha asumido, por supuesto que siendo un gran error, la sociedad. Basta ver a Marta Domínguez en el telediario asociada a una operación antidopaje como la 'operación Galgo' para dudar de ella para siempre.

¿Y quién blanqueará su nombre si la Justicia le da la razón o no tiene pruebas contra ella? Porque nadie olvide que todos somos inocentes mientras no se demuestre lo contrario, aunque ahora esté de moda invertir esto: eres culpable hasta que no demuestres que no has hecho nada malo. Y es el que acusa quien tiene que demostrar su acusación. Yo no sé si Marta se ha dopado o si ha traficado con estas sustancias ilegales. Sólo espero, dentro del evidente pesimismo, que esta lacra se minimice por parte de los deportistas, consumiendo cada vez menos, y que la sociedad levante este permanente estado de veda.


Pablo M. Beleña
Director Diariocrítico.com
 
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