En el verano de 2006, con el inicio de conversaciones con ETA, el Ejecutivo de Zapatero estaba dispuesto a legalizar una formación abertzale -no Batasuna, que estaba ilegalizada por el Supremo y ratificado por el Constitucional- sobre la base de un polo soberanista de partidos, movimientos sociales y sindicatos. No cuajó porque ETA, que cambió la dirección en ese verano sustituyendo al más pactista 'Josu Ternera' por el violento 'Thierry', empezó una deriva que acabó atentando contra la T-4 de Barajas.
Ahora bien, esos planes, que estuvieron sobre la mesa incluso antes de las reuniones en el monasterio de Loyola, han sido retomados por Otegi y Díez Usabiaga, los representantes de la línea más pactista de la antigua Batasuna, que quieren llevarlos a la práctica incluso desde prisión.
La idea es simple: Ni Batasuna, ANV, PCTV o cualquier otra denominación anterior se puede legalizar, porque están ilegalizadas por el Tribunal Supremo. Tiene que surgir una nueva formación que aglutine a la llamada izquierda abertzale pero bajo principios democráticos. Esa formación se podría conformar -como ya se habló en el verano de 2006- sobre la base de un movimiento en el que se incluirían asociaciones y sindicatos que confluirían en una organización política que pasaría la ventanilla del registro del Ministerio del Interior. Es lo que los abertzales denominan como proceso Bateragune que tuvo su exponente el pasado mes de octubre en Venecia.
Lo que falla en esos planes es que, para que resulten, ETA tiene que dejar las armas, y eso no está nada claro en estos momentos. De ahí que el Gobierno estudie un cambio en la ley de partidos y en la LOREG, como un aviso muy serio de que esta vez no hay componendas. Es decir, es el triunfo de la 'tesis Rubalcaba'.
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