La que prometía ser la gran gala del 25 aniversario de los Premios Goya puede ser todo lo contrario y alcanzar la calificación de impresentable. Parece que no es necesario recordar la división de opiniones que se ha producido en el propio mundo cinematográfico español con la Ley Sinde; parece que no es necesario recordar las polémicas declaraciones -antes y después de la aprobación de la normativa- del 'jefe' de la Academa,
Álex de la Iglesia; parece que no es necesario recordar su enfrentamiento con la segunda de a bordo, su vicepreseidenta
Iciar Bollaín, y así un largo etcétera.
Sólo faltaba que, además, desde la propia Academia se haya limitado el número de acreditaciones periodísticas a esa gala tan especial, en el Teatro Real y la plaza de la Ópera de Madrid -con enorme cabida-, con lo cual muchos medios no podrán asistir y cubrirla con su gente, al margen de la siempre uniforme información de las agencias, disminuyendo así la cantidad de comunicación al respecto.
Vamos que si acaban de concederse
los premios YoGa a lo peorcito de nuestro cine -del qu een este periódico somos defensores- enm 2010, que se han 'ganado'
León de Aranoa, Mario Casas, Carolina Bang y
Elsa Pataky, entre otros, habría que añadirle una a compartir por este 'dúo poco dinámico' de Álex-Iciar, Iciar-Álex -tanto monta- por los líos y polémicas que han montado en vísperas de la ceremonia de los Goya, rematada con las escasas acreditaciones y facilidades por igual a toda la prensa para difundir al máximo la gala... y gratis.
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