Comienza una de las campañas electorales más reñidas en Francia, donde el liberal Emmanuel Macron, actual presidente y favorito en la pugna, siente a la ultraderecha muy cerca.
Lo que más juega en contra de Macron es la historia reciente, ya que desde que Jaques Chirac fuera reelegido para el cargo en 2022, nadie ha logrado repetir en él. Le ocurrió al socialista François Hollande y al conservador Nicolas Sarkozy.
Macron, sin embargo, tiene una ventaja sobre su predecesores: es el claro favorito en las encuestas pese al acoso de los 2 líderes de la ultraderecha. Eso sí, supone otra ventaja para el presidente que este sector ideológico se haya dividido en 2 bloques y candidaturas: Marine Le Pen, del partido Reagrupación Nacional, y Éric Zemmour, del partido Reconquista!.
Ya sin posibilidades de pasar a la segunda ronda están la conservadora Valérie Pécresse, la socialista Anne Hidalgo y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon.
Las encuestas
Según los últimos sondeos, como media Macron rozaría el 30% de los votos, mientras que la segunda opción es, de nuevo, Le Pen, con márgenes que se mueven entre el 15% y el 20%.
Zemmour tiene unos apoyos del entorno del 13% y la conservadora Pécresse, del 12%, más o menos igual que Mélenchon. La socialista Hidalgo, alcaldesa de París, se hunde con cifras por debajo del 5%.
En algunos sondeos está apareciendo la figura del verde Yannick Jadot con un 7% de intención de voto, superando a la candidata socialista.
Las fechas
La primera vuelta para las elecciones presidenciales tendrá lugar el domingo 10 de abril, mientras que 2 semanas después, el domingo 24, se celebrará la segunda y definitiva ronda de votación.
Como es sabido, a la segunda vuelta sólo acceden los 2 candidatos más votados en la primera, por lo que todos esperan otro duelo entre Macron y Le Pen, como el que ambos mantuvieron en 2017.
Hace 5 años, el liberal Macron, que debutaba en estas lides, lograba el 24,01% de apoyos en la primera ronda y después arrasó con un 66,1% en la segunda.
Le Pen sumó el 21,3% en la primera, casi empatándole, pero en la segunda fue superada al conseguir sólo un 33,9%. Como ya ocurrió en elecciones anteriores en las que la ultraderecha tenía posibilidades de gobernar, el electorado hizo piña más allá de las ideologías para apoyar al candidato 'menos malo' para sus intereses y valores.
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