Israel, que aumentó sus ataques aéreos después de anochecer ayer, acabando con la vida de siete nuevos civiles, aseguró que su campaña del sábado era en respuesta a los ataques casi diarios de cohetes y morteros desde territorio palestino a su país, hechos que se intensificaron después de que la semana pasada concluyese el alto el fuego de seis meses que habían pactado ambas partes.
Además, hoy se produjo el primer ataque a un edificio oficial en la ofensiva de Israel, que bombardeó por la mañana el Ministerio de Interior de la Franja de Gaza, controlado por Hamás.
Mark Regev, portavoz del primer ministro israelí, Ehud Olmert, explicó que la acción militar continuaría hasta que la población del sur de Israel "no viva más en el terror y el temor de los constantes ataques con proyectiles". Esta operación militar podría "tomar varios días", según el portavoz del Ejército israelí Avi Benayahu.
Israel desplegó varios tanques en la frontera con la Franja de Gaza, listos para ingresar al enclave litoral, en el que viven un millón y medio de palestinos. Además, la administración de Olmert aprobó la convocatoria de 6.500 soldados de reserva, según avanzó un representante del Gobierno.
Por su lado, Hamás se mantiene desafiante y el portavoz del grupo Fawzi Barhum instó a los palestinos a usar "todos los medios disponibles, incluidas las operaciones de martirio", una referencia a los ataques suicidas en Israel.
Los precios del crudo subieron hoy cerca de dos dólares, hasta casi los 40 dólares por barril, mientras los analistas afirman que el conflicto entre Israel y Hamás recordó a los operadores el riesgo geopolítico que enfrenta el suministro de crudo en Oriente Próximo.
En cuanto a las reacciones de la comunidad internacional, el Consejo de Seguridad de la ONU pidió el fin de la violencia, aunque el todavía presidente de Estados Unidos, George W. Bush, responsabiliza a Hamás, en cuyas manos dice está renovar la tregua.
La ofensiva israelí ha enfurecido a los árabes de Oriente Próximo, donde manifestantes quemaron banderas israelíes y estadounidenses para presionar por una respuesta más dura de sus líderes a los ataques en Gaza.
Israel, cuyos políticos se encontraban bajo presión para actuar por los ataques con cohetes y morteros antes de la elección del 10 de febrero, ignoró la presión internacional para detener la ofensiva, según un funcionario israelí que rehusó ser identificado.