Nuevo fracaso de
Ruiz Gallardón, Madrid y España en este orden. Y van dos consecutivos. Quizás el de ahora más dulce que el de Singapur hace cuatro años cuando Londres nos arrebató unos Juegos que el optimismo y la demagogia del alcalde madrileño daban por casi seguros. Entonces caímos en la segunda votación, ahora en la tercera y última, pero da igual. Es más, ahora un sonriente y aún más optimista Gallardón los daba por seguros.
"Somos los mejores",
"vamos a ganar seguro", espetaba de continuo con más optimismo y demagogia,
como escribíamos ayer. Pero no es para sonreírse ni para reírse ante la victoria apabullante de Río, 66 frente a 32 votos, uno de los mayores varapalos de la historia. Al menos, yo no lo hago. Ya veremos Gallardón, que se ha quedado -por ahora -sin el juguete deportivo y político con que lleva actuando en sus ambiciones faraónicas.
Porque es triste haber manipulado así a la gente, inculcándole tanto optimismo,
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que era tan excesivo como despreciativo a las otras sedes, ¿o es que ellas no sabían preparar también una buena candidatura? Porque es triste sospechar si en el entorno de Gallardón y del COE se sabía que iba a ganar Río, a pesar de lo cual siguió con sus declaraciones. Porque es triste haber dilapidado tantos millones de euros sacando a los ciudadanos a manifestaciones y festejos carísimos en la calle. Todo ello mientras se reía del deporte popular -no del PP, claro-, del de esa misma gente que sacaba a las calles, a la par que les privatizaba los polideportivos, les quitaba servicios y encarecían las tarifas muy por encima del coste de la vida. En una proporción abismal y sólo comparable a cómo ha subido otros impuestos, cual el IBI y el de basuras, que acaba de volver a crear en su insaciable afán recaudatorio.
¿Lo intentará para 2020?, ¿seguirá con su juguetito otros cuatro años? Todo es posible con Gallardón, pero, ojo, no le va a ser fácil volver a jugar por tercera vez consecutiva con la gente y sus ilusiones. Aparte de felicitar a Río de Janeiro, la cosa no está para reírse. Yo al menos no me Río, ¿y Gallardón?