El compromiso de realizar un estudio antropométrico que permitiría realizar un tallaje más preciso y evaluar el efecto del peso y la altura en la forma del cuerpo parte del año 2007. La entonces ministra de Sanidad y Consumo,
Elena Salgado, suscribió un
acuerdo de autorregulación con
la Asociación de Creadores de Moda de España,
la Agrupación Española de Género de Punto,
la Federación Española de Empresas de
la Confección, El Corte Inglés, Cortefiel, Inditex y Mango. Un paso que materializaba los trabajos iniciados en abril de 2006 por
la Directora General de Consumo y Atención al Ciudadano.
Los objetivos eran "promover la extensión de cánones de belleza saludable desde el mundo de la moda, así como facilitar una información veraz, homogénea y comprensible acerca de las tallas de las prendas para evitar que la falta de coincidencia en las medidas, según marcas y fabricantes, ocasione problemas a la hora de comprar ropa". No obstante, a día de hoy existen grandes diferencias al analizar tres tipos de prendas de mujer (camisa, falda y vaquero) de las tallas 40 y 42 de 11 marcas diferentes, según la Organización de Consumidores y Usuarios.
¿Dónde fueron a parar estos compromisos?
El ex regidor de Sanidad, Bernat Soria, en 2008 expuso los resultados del estudio de medición antropométrica de las mujeres españolas poniendo sobre la mesa el divorcio entre los fabricantes de ropa y los cuerpos reales que deben usarla.
El estudio ha permitido identificar tres tipos morfológicos en las mujeres, bautizados por Sanidad como "cilindro", "diábolo" y "campana". El primero se caracteriza porque las tres medidas (pecho, cintura y cadera) son similares, y es predominante a menor edad. El segundo, porque pecho y cadera tienen medidas similares, y la cintura menos (predominante en las mujeres a partir de los 30 años). Con el paso del tiempo, se pasa al modelo campana (pecho y cintura, iguales; caderas más anchas). Además, el estudio reflejaba que un 86,1% de las mujeres tiene un peso normal, pero un 41% afirma que no encuentra ropa que le valga.
El siguiente paso vendría con la medición de los hombres, algo que nunca llegó. El recorte presupuestario -en 2009 no se asignó ninguna partida a esta cuestión- obligó al Ministerio de Sanidad y Consumo a aplazar la segunda parte del estudio justo unos días antes de que se produjera el tercer relevo en la cartera ministerial. Trinidad Jiménez cogía ahora el testigo y aunque manifestó que la situación económica no dejaría aparcado el trabajo de su antecesor, lo cierto es que sí se ha ralentizado.
El estudio femenino costó a las arcas del Estado 1.791.000 euros, según se publicó en el Boletín Oficial del Estado del 21 de agosto de 2007. Fue adjudicado al Instituto de Biomecánica de Valencia, que empleó unas cabinas sofisticadas para tomar medidas a 10.415 voluntarias de 60 localidades de la geografía española. Pero el estudio masculino era menos prioritario por las menores tasas de anorexia en hombres y quedó aparcado.
Tras la medición de la población tendría que haber llegado la homologación de tallas a la que se comprometió la industria textil y las empresas de moda con Sanidad, pero eso de momento sigue siendo una asignatura pendiente. Por ello, la OCU ha solicitado al Instituto Nacional de Consumo, dependiente del Ministerio de Sanidad y Política Social, que se uniformice el tallaje con las tres medidas acordadas con los empresarios de moda en de 2008 (diábolo, campana y cilindro), y que se ponga a disposición del sector la base de datos antropométrica de su estudio "para que se tenga en cuenta".