Quinielas electorales o el perro de Alcibíades

Dejando a un lado las crónicas sobre las negras consecuencias electorales para el PSM por su sangría de votos y la nueva esperanza que puede  traer a Izquierda Unida  el ligero ascenso de los candidatos de IU Inés Sabanés y Angel Pérez, el tema estrella es la comparación de  los resultados de los populares Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre. Por fin nos hemos enterado de que el alcalde de la capital obtuvo más votos entre los madrileños residentes en la capital de España que la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Ahora sólo queda ofrecer, por capítulos,  el cómputo de las papeletas de  más o menos que cosecharon Aguirre o Gallardón en cada uno de los distritos del Consistorio que lleva en manos del PP desde que Juan Barranco fuese desalojado del cargo que le dejó en bandeja el Viejo Profesor, Enrique Tierno Galván. Debido al interés que despierta entre algunos la carrera que estos dos dirigentes populares mantienen para obtener un buen puesto y quedar bien colocados, por si fuese necesario acudir en auxilio de su partido, en el caso probable de que Mariano Rajoy no sea el próximo vencedor de las elecciones generales de 2008, no sería muy descabellado popularizar este tipo de comparaciones entre candidatos de un mismo partido a cargos diferentes y entre aspirantes de distintas formaciones.

Si los ciudadanos fuésemos alentados con suculentos premios, en un símil casi perfecto de la quiniela futbolística que patrocina el Patronato de Apuestas Mutuas Deportivo-Benéficas,  quizá, además de votar por uno u otro candidato en esta o aquella institución, podríamos, con el resguardo de haber acudido al colegio electoral correspondiente, acceder a rellenar alguna de las casillas correspondientes a preguntas sobre quién será más votado en la misma circunscripción. ¿Recogió más apoyos Aguirre que Gallardón? ¿Recibió mas cariñitos Miguel Sebastián que Rafael Simancas? ¿Es Zapatero más querido que Simancas? ¿Y que Sebastián?

En los pueblos en los que los aparatos del PP o del PSOE han impuestos aspirantes, en detrimento del nombrado por sus compañeros de localidad, ¿sacó más votos el que puso al candidato o el designado? Los votantes que lo deseen, previo pago de una pequeña cantidad de euros, podrían poner la X en el aspirante que se mide a otro para ver quién la tiene más grande. Al final, según el número de aciertos, los concursantes  podrían llevarse hasta 10.000 euros. Evidentemente, estas quinielas electorales fomentarían la participación, por aquello de llevarse un dinerito  casi por la cara, y servirían para que los madrileños nos vayamos acostumbrando a tratar temas que sólo interesan a los interesados en estas cuestiones políticas, que mi querido amigo Perico considera “memeces sin sentido”.

Algo es algo, aunque sea interesar a los ciudadanos por sus cosas, entre ellas medirse entre sí y emular la inteligencia del célebre general ateniense Alcibíades, que un buen día decidió cortar el rabo de su hermoso y caro perro. Todos le reprocharon esa amputación canina y él respondió a sus críticos con la siguiente frase: “Mientras esos gaznápiros se entretengan con este hecho, me dejarán en paz, y no se ocuparán de otras acciones mías". Hoy como ayer, algunos eligen sus actos o palabras para distraer la atención pública de otros asuntos que a ellos respectan.