No es habitual que un representante político diga en público lo que no se atreve a decir en privado. Y eso es lo que ha hecho el diputado socialista por Córdoba, Juan Rascón, juez en excedencia, en el medio más público de cuántos contamos hoy: Internet.
Lo sorprendente, desde luego, no es lo obvio, esto es, que el PSOE está en trance de protagonizar un “batacazo monumental” en las próximas elecciones generales, sino el sobresaliente repaso que le da a las razones por las cuales el socialismo andaluz se desmorona como un castillo de naipes.
Rascón ha “rascado” en la herida de ese declive, que achaca, entre otras razones, a la conversión del PSOE andaluz en un “partido oficina de colocación”: la gente se acerca a la organización como un medio para lograr trabajo, no con el fin de hacer política y se refiere al abuso de “mucha empresa pública, mucho interino”, a lo que su interlocutor añade: “y poca inteligencia”.
Rascón hace suyo en Internet buena parte del discurso crítico de la oposición sobre el “régimen” de 30 años de socialismo, sin que Mario Jiménez, el portavoz parlamentario socialista, le haya llamado “fascista”, como sí ha calificado a los funcionarios que protestan en la calle, ni Luís Pizarro, consejero de Gobernación, “matón de discoteca”, como hizo en su momento con Javier Arenas. El régimen de los 30 años de Partido Único es así: sólo indulta al fuego amigo.
Las verdades del diputado por Córdoba tienen, en cambio, dos insoportables levedades morales como militante socialista: la primera, la cobardía de no atreverse a hacer esas críticas, tan justas como necesarias, en los foros internos de su partido y ayudarlo así a encontrar algo de luz en el túnel.
Y la segunda, la celeridad en rectificarse a sí mismo, culpando al mensajero y mediante un comunicado del PSOE en el que asegura que el actual candidato municipal socialista, ese que según sus palabras en el chat, “se va a quedar solo en las urnas”, resulta que, en realidad “va a ser el mejor alcalde de Córdoba”.
Rascón que, como socialista con cargo público también es co- responsable del actual desastre del PSOE andaluz, parece demostrar ser uno más del montón de la oficina de colocación del cargo electo: juez en excedencia, su movimiento crítico le puede impedir salir en la foto de la próxima legislatura. Estamos en nuestro derecho de creer, siguiendo sus argumentaciones, que por ello se ha apresurado a matizarse a sí mismo.
El diputado, que como amigo de Griñán, parece compartir con él la altivez intelectual de creerse el más listo de la clase, critica en el chat la escasa preparación de algunos asesores del Gobierno andaluz, en concreto del secretario de las Juventudes Socialistas en la Consejería de Empleo, como si el problema de ser un buen político o un buen juez resida sólo, que también, en el expediente académico.
Más intelectual que Azaña no hemos tenido en España ningún dirigente de Estado, lo que no evitó el mayor desastre de nuestra historia moderna: la Guerra Civil.
Chaves, como presidente de la Junta, no destacó precisamente, por su brillantez intelectual, pero ganaba elecciones a porrillo. Esa cualidad del intelecto sí es resaltada en Griñán por sus compañeros de partido e incluso por sus adversarios políticos.
Y ¿de qué le está sirviendo al PSOE andaluz la solvencia intelectual de Griñán o del mismo Rascón? Son estos tipos distantes de la realidad y de las bases del partido, cínicos, cuando no hipócritas, los que llevan al partido al desastre, mintiendo sobre la crisis o elevando el paro a cimas socialmente insoportables y los que no frenan la decadencia “política” del socialismo, al que lejos de intentar regenerar, lo mantienen en la espiral del enchufismo, del amiguismo y del colócame-colócame, como prueban el decretazo de la función pública, los Eres de Mercasevilla o el caso Velasco por las más que sospechosas subvenciones a la academia de su esposa.
Son estos socialistas de la soberbia intelectual y del despotismo ilustrado, de la cobardía política y del sartriano principio según el cual “el infierno son los otros”, los que, de verdad, están liderando el fin del ciclo del socialismo andaluz y poniendo puente de plata a la alternativa que llega.