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Fundido a negro

Fundido a negro

viernes 27 de julio de 2007, 19:16h
TITO B. DIAGONAL
Barcelonés de alta cuna y más alto standing financiero, muy apreciado en anteriores etapas de este diario, vuelve a ilustrarnos sobre los entresijos de las clases pudientes.

Sí, amadísimos, globalizados, megaletileonorisofiados y oscurecidos niños y niñas que me leéis, llevo cinco días compartiendo la suerte de les damnés de la Terre, la de los pobres, la de los parias, la de las clases medias y las clases bajas, la de los barceloneses que han vivido unas jornadas de fundido a negro. ¡¡¡Decidí no utilizar la electricidad!!. Bueno, un minuto después de dar orden de venta en la Bolsa de Zürich de mis acciones de Endesa, lo que me produjo notables plusvalías.

Yo, Tito B. Diagonal, he sido solidario con los tramos inferiores de la pirámide social barcelonesa. Así como lo leéis. Y junto a mí, lo más selecto de mis amigos del club. Como unos barceloneses más, refugiados en el palacete familiar de Pedralbes, una vez que desconectamos nuestros propios grupos electrógenos, mis amigos y yo corrimos la misma suerte que cientos de miles de habitantes de la Ciudad Condal, el Cap i Casal de Catalunya (os traduzco al castellano: Cabeza y Solar de Cataluña), en una experiencia histórica que nos retrotrae a aquellos siglos lejanos, en los que mis antepasados vivían en sus mansiones, eso sí, manteniendo el decoro propio de su acrisolado abolengo. Pongamos que la experiencia, según Pototo Sedó, que aparte de ingeniero textil es licenciado en Historia, nos hizo regresar durante 120 horas, a la Barcelona de la segunda mitad del siglo XVI. 

¿Resultado de la experiencia, don Tito?, me ha preguntado el Tomasín cuando esta mañana he aparecido a las 12:15 o’clock en el despacho. Bueeeno... pues que no se vivía tan mal sin electricidad. ¡Y no pongáis esa cara, pequeñines/as míos/as... Que estás todos muy mal acostumbrados... Que os habéis pasado a la molicie, al hedonismo sanitario, a la climatización, al lujo asiático, al venga y venga despilfarrar kilovatios y más kilovatios. Con lo bien que está ahorrar energía. Eso sí, pagando la cuota de potencia contratada, que para algo se autorizaron, hace ya la tira de años, las tarifas binarias en el recibo de la electricidad.

Ya sé que, en verano, el aire acondicionado está muy bien para que las laboriosas clases bajas pillen unos catarros fenomenales. Pues no hay nada como la temperatura ambiente. Lo que yo os diga. La mitad de los jardineros ecuatorianos se encargaron de abanicarnos convenientemente. ¿Y la higiene corporal? ¿Y las duchas con agua a 36 grados centígrados de temperatura? Ningún problema. Se calentaron tinas de agua hasta los 60º, para ser convenientemente mezcladas con el agua fría. Eso sí, camareros y doncellas tuvieron que suplir el circuito de agua a presión, a base de accionar unas bombas manuales. Nada complicado. Que el servicio está para eso y para todo lo que los señores gustemos ordena. Faltaría más.

Ciertamente, no funcionaba el e-mail. Y tampoco los frigoríficos. En el primero de los casos, lo suplimos ordenando la entrega a mano de la correspondencia necesaria. Y, en el segundo, nos limitamos a ordenar la aplicación de principios elementales de Física recreativa. Para el champagne millesimé y los vinos blancos, se colocaron las botellas en el suelo de la bodega. Hecho esto, se estableció una corriente de aire, mientras dos pinches de cocina iban regando cuidadosamente todo el conjunto. La propia evaporación del agua llega a rebajar unos 17 grados la temperatura ambiente. Lo suficiente como para conseguir que champagne y vinos estuviesen a esos deseables siete grados de temperatura apta para su consumo.

Y, en cuanto a la iluminación, pues que eso de ceñirse al horario solar es algo que no sólo recomiendan los naturistas. Es algo que os aconsejo que practiquéis. Resulta sano para el cuerpo y para la mente. Y muy conveniente para la productividad general del país. Que así se ahorra energía. Y la iluminación como que no es problema. Unos candelabros de plata y unas aromáticas velas en todas las habitaciones de la casa, solucionan divinamente el problema.

En fin, amadísimos de mi paterno corazón... Hemos realizado una positiva experiencia. Algo que demuestra lo superfluo de los usos y costumbres de las clases bajas, tan pendientes del despilfarro energético. Porque estoy seguro que estos 350.000 abonados barceloneses que padecieron el corte de energía eléctrica verán como ahorran unos buenos euritos en el próximo recibo de la luz. Y un último consejo: ya es demasiado tarde para que os pongáis a vender vuestras acciones de Endesa. Su cotización ha bajado y no resultaría un buen negocio hacerlo. Tendríais pérdidas. O sea, que aguantad con ellas hasta la próxima OPA. Y, sobre todo, al salir de casa apagad la luz. Que las clases bajas no podéis vivir por encima de vuestras posibilidades. 

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