La policía portuguesa intentaba apartar a la multitud de curiosos, a las cámaras de televisión y a los periodistas, que esperaban la llegada de los padres de la infortunada Madeleine a la comisaría. Abrieron un círculo y por allí paso, acompañada de abucheos, Kate McCann. Es lo más parecido a un circo, a un vergonzoso circo en el que informadores y medios de comunicación hemos jugado un papel primordial.
Sea cual sea el resultado de las investigaciones, el público, incitado a la emoción y el morbo en este espectáculo mediático, ya ha condenado a los McCann, que han pasado de héroes a verdugos en cuestión de horas, con las mismas confusas noticias que llevaron a medio mundo a desplegar una campaña de solidaridad que para si quisieran todos los niños que cada día desaparecen sin que nadie vuelva a saber de ellos.
La forma más fácil de lavarse la conciencia por haber participado en lo que parece ser una simulación montada por los padres de la pobre niña, es culparles. Culparles de la muerte de la pequeña y de haber engañado a la opinión pública e incluso al Papa de Roma. Pero es preciso hacer una reflexión, un análisis de cómo y porqué los McCann encontraron el eco mediático que les ha llevado a llenar Europa, Marruecos y el Norte de África con cárteles de su desaparecida hija y a estar, todos los días, en los informativos.
Y la primera causa es muy sencilla: en este mundo global donde las emociones colectivas venden periódicos, suben audiencias de televisión, e incluso dan votos en unas elecciones, se necesita carnaza; algo que llegue sin masticar, sin meditar, sin comprobar.
Si a eso se le suma que los padres de la desgraciada Madeleine son profesionales de la medicina que se expresan correctamente, con un dolor contenido, que son guapos, fotogénicos, dan bien en pantalla, tiene otros dos hijos gemelos preciosos igual que la niña desaparecida, los ingredientes del éxito mediático están servidos.
Y por si fuera poco, está tragedia ha alimentado la rivalidad entre los medios de comunicación portugueses, defensores de la labor de investigación de su policía, y los periódicos británicos defensores a ultranza del matrimonio McCann. Casi un enconamiento Norte/Sur ¡Que despropósito!
Que no hubiera dado la madre de Yeremi, el niño canario desparecido hace seis meses, por concitar la décima parte de atención ante su drama. El problema es que no 'daba' tan bien en pantalla.
Puede que la desventurada Madeleine no aparezca nunca con vida pero lo que si parece seguro es que veremos una película con su trágica historia.