Tras las elecciones autonómicas y municipales de mayo hemos ido viendo diversos pactos entre PP y Vox para arrebatar a la izquierda los gobiernos regionales y los ayuntamientos.
Pero especialmente fueron destacables los rápidos acuerdos que se alcanzaron para Comunidad Valenciana o Baleares. Las cosas están, además, encauzadas en Aragón, y tras el pacto cerrado este mismo viernes para solucionar la crisis en Extremadura, las relaciones entre ambas formaciones estaban pasando por mejores momentos.
Pero todo se ha torcido de nuevo, es cierto que sin grandes exabruptos, en Cantabria. Allí el PP echó cuentas y consideró que no hacía falta un pacto con Vox para poder gobernar, y el regionalista PRC de Miguel Ángel Revilla se lo dejó fácil a la candidata 'popular', María José Sáenz de Buruaga, al anunciar su abstención para no impedir una investidura y firmar un acuerdo programático.
Si es cierto que en otras ocasiones Revilla había sido presidente cántabro con apoyos de socialistas y la izquierda, esta vez no salían las cuentas y el mandatario decidió apartarse y dejar que Buruaga presidiera la región apartándose de una votación contraria en la investidura.
La reacción de Vox
Pero ese pacto de mínimos no gustó en Vox, que consideraba que el PP debería haber negociado con ellos al menos un acuerdo programático, como en Baleares y como está en marcha en Aragón y Murcia. Sin embargo, Buruaga no ha dado ese paso y ayer viernes no pudo ser investida al no contar con mayoría absoluta: Vox votó en contra de que pudiera ser la próxima presidenta del gobierno cántabro.
Buruaga ahora irá ahora a segunda ronda de votaciones el lunes 3 de julio, cuando se espera que sea elegida ya por mayoría simple gracias a la abstención del PRC.
Vox no había desvelado hasta el momento de la votación cuál sería el sentido de su posición, pero finalmente no apoyó a la candidata del PP, recordando que su etapa como presidenta sreá "muy débil" por falta de apoyos parlamentarios.
Sin embargo, pese al recelo de Vox, Buruaga sí ha ofrecido a este partido y al PRC acuerdos durante los próximos años. El problema es que a Vox no le gusta su pacto con los regionalistas de Revilla y promete guerra en estos 4 años de legislatura. "Vox se ha sumado hoy al PSOE de Sánchez para obstaculizar mi investidura como presidenta de Cantabria votando 'no'. Les pido que busquen lo que une, no lo que divide, porque no hay en mi proyecto de cambio un solo motivo para no apoyarlo", les afeó Buruaga tras la votación.
Y más leña al fuego ha echado Revilla, presumiendo de que el acuerdo con el PP dejará un gobierno regional "sin ataduras" con Vox, por lo que este partido ha denunciado un 'cordón sanitario' que considera intolerable.
La portavoz del Vox en el Parlamento cántabro, Leticia Díaz, achacó a Buruaga que el acuerdo entre PP y PRC "establece un cordón antidemocrático a Vox" mientras que ellos se sienten como "el único partido que ha denunciado la corrupción, el clientelismo político y los excesos de un gobierno regionalista". "Son lo mismo", les acusó al pactar con los de Revilla.
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