“Ningún presidente del Gobierno de España ha gobernado después de perder las elecciones, por lo que me corresponde intentarlo y es lo que haré”, así asumía Alberto Núñez Feijóo, candidato del PP a la Presidencia del Gobierno, su victoria matemática en las elecciones generales del 23J pero no con los escaños suficientes como para garantizar su próxima investidura.
Salió el balcón de Génova más allá de la medianoche acompañado por su cúpula directiva, todos de blanco o de colores claros, y con un desfase de algunos minutos, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, y José Luis Martínez Almeida, alcalde de Madrid. Eso sí, parece que a Ayuso nadie le avisó del dress code y se asomó con una camisa roja, gesto menos triunfal que el resto y comedida. Su incomodidad alcanzó el momento cumbre cuando los congregados en Génova comenzaron a vitorearla en pleno discurso de Feijóo, que tuvo que interrumpirlo y agradecer su apoyo y presencia a Ayuso y a Almeida. Quizá los números tengan algo que ver en esta ausencia de euforia…
Una victoria indiscutible pero insuficiente
El Partido Popular ha ganado las elecciones generales con 136 escaños (frente a los 89 de 2019), y más de 7,7 millones de votos, un 32,84 por ciento más que en las de noviembre de 2019. El PP ha logrado remontar casi a la posición conquistada en 2016 (137 diputados), previa a la doble debacle electoral de 2019 (66 y 89 diputados, respectivamente).
En 2016, Vox no obtuvo representación parlamentaria, mientras que en las presentes elecciones ha cosechado 33 escaños de la derecha política, aunque Ciudadanos se quedó entonces con 32 escaños. Con estos datos, podemos afirmar que el PP ha logrado remontar a su posición en 2016, cuando otros partidos ya habían entrado en juego. Lejos quedan aún resultados como los de 2000 o 2011, comicios en los que logró la mayoría absoluta con 183 y 186 escaños, o alcanzar la horquilla entre los 141 y los 154 diputados de los sufragios celebrados en 1993, 1996, 2004 y 2008.
En las últimas elecciones de noviembre de 2019, el PP solo logró convencer a una mayoría del electorado en algunas provincias del noroeste peninsular y en la ciudad de Melilla y en cambio ahora se ha impuesto en 40 de las 52 provincias del país.
Hay que remontarse a los comicios generales de 2000 para encontrar una primera victoria aplastante del PP con mayoría absoluta a manos de José María Aznar, que logró cosechar el 44,5 por ciento de los votos, un total de 183 escaños del Congreso de los Diputados. Y no fue la única ni la mejor. Once años después, en 2011, Mariano Rajoy logró el 44,6 por ciento de los sufragios y 186 diputados.
Incertidumbre y pactos
La remontada popular ha sido incontestable, pero aún le queda recorrido para alcanzar resultados que le permitan gobernar en solitario y Feijóo se enfrentará ahora a una ronda de negociaciones que puede que no le lleve a La Moncloa, porque ni siquiera en coalición con Vox le salen los números para alcanzar esos 176 escaños de mayoría absoluta. De hecho, ha asegurado que “nuestra obligación ahora es que no se abra un periodo de incertidumbre en España y como candidato del partido más votado, mi deber es abrir el dialogo para liderarlo y para intentar gobernar el país de acuerdo a los resultados electorales”.
Y más aún, le ha pedido “al partido que ha perdido las elecciones, al PSOE expresamente y al resto de las fuerzas políticas que no bloqueen el Gobierno de España una vez más”. Victoria agridulce, por tanto
Una crisis interna superada
Nadie sabe qué resultado hubiese obtenido en estas elecciones generales el Partido Popular si Pablo Casado hubiera seguido al frente del mismo, lo que sí que sabemos es que era muy fácil mejorar los resultados del PP en 2019, cuando obtuvo los peores de su historia (66 escaños, el 28 de abril; y 89 escaños, el 10 de noviembre. Y no solo los ha mejorado, es que el PP ha recuperado la posición de 2016.
Feijóo ha asegurado que han obtenido “un resultado que hace poco más de un año y medio parecía imposible, este partido vivió una crisis intensa y parecía imposible que un año y medio después estuviésemos aquí celebrando una victoria electoral”. Ha sido en ese momento, al recordar el enfrentamiento entre Casado y Ayuso cuando los asistentes han coreado el nombre de Ayuso.
El giro del partido provocado por la más grave crisis interna que ha sufrido hasta el momento y que acabó con la salida de su hasta entonces líder, Casado, dio como resultado un cambio de rumbo con Alberto Núñez Feijóo al frente. Un perfil muy diferente al de Casado, con una larga trayectoria política y de gestión y mano izquierda a la hora de templar gaitas con Madrid, en concreto con Isabel Díaz Ayuso, protagonista del enfrentamiento con Casado y de la crisis abierta en el partido que acabó con la muerte política del hasta entonces líder popular. Feijóo y Ayuso se respetan y se apoyan. Tanto es así, que Ayuso ha puesto al servicio de Feijóo y de su campaña incluso a su propio equipo con Miguel Ángel Rodríguez (MAR) a la cabeza. Así pudimos verlo en el debate televisivo en el que MAR le asesoró y le acompañó. La unión, en este caso, sí que hace la fuerza.
Al menos, de momento, porque alguien pondrá encima de la mesa, antes o después, que Feijóo no ha logrado igualar el resultado de Ayuso en mayo: más de 1,4 millones de votos en la Comunidad de Madrid frente a 1,58 millones de madrileños que votaron a Ayuso hace casi dos meses. Y nadie ha coreado “Feijóo” en Génova, sino “Ayuso”. Veremos…
Si (
No(
