La M-30 navegable

El mismo día de su inauguración se inundó el nuevo túnel de la M-30, ese que nos lleva desde la Cuesta de San Vicente hasta Lisboa sin un semáforo. Qué lenguaraz es la gente. Mira que decir que se inundó la obra recién estrenada. Es tener mala sombra, querer arruinarle al alcalde la alegría de una nueva inauguración en la M-30. Y es que el personal no ha caído en la cuenta de que esa nueva M-30, también es navegable, no hasta Lisboa, pero sí en su parte subterránea. A ver si la gente se entera y deja de hacer críticas injustificadas. No es que la lluvia inundara el nuevo paso subterráneo, es que en la nueva M-30 Gallardón ha dejado carriles para los coches y otro para los barcos; es decir, un carril navegable para hacer compatible el tráfico terrestre y el fluvial. A ver si nos vamos enterando y dejamos de criticar al alcalde.

Por otra parte, tampoco es nuevo lo de las inundaciones en los pasos subterráneos, por ejemplo, en el de Santa María de la Cabeza quedaba una gran laguna cuatro días después de llover copiosamente, y el de Corazón de María con Alfonso XIII también se inunda cada vez que llueve. Alguna solución técnica tiene que haber para que obras tan modernas y seguras no se vean anegadas por el agua.

Pero no sólo los pasos subterráneos sucumben cuando caen cuatro gotas, también las carreteras, algunas carreteras, como la A-42, la de Toledo, donde se forman impresionantes charcos, lagunas, que ponen todo el peligro sobre el asfalto, incluso cuando esas lagunas cubren los socavones y los coches se dejan las ruedas en ellos. Esa es otra, señor alcalde: la mala conservación de algunas carreteras de la red general, cuyo estado supone un riesgo; eso sí, cuando un accidente se produce por culpa del conductor, le acarrea multa y pérdida de puntos, pero ¿quién le quita puntos al Ministerio de Fomento cuando los accidentes se producen por el mal estado del firme o por una deficiente señalización? He aquí la cuestión.