Jóvenes y accidentes

Los accidentes de tráfico suponen la primera causa de mortalidad entre los jóvenes de 18 a 25 años. La tasa debida a accidentes sufridos en la utilización de motos en jóvenes de entre 15 y 24 años es elevadísima y se estima que entre el 30% y el 50% de los accidentes y entre el 15 y 35% de los producidos con heridos graves están relacionados con el alcohol.

El riesgo de sufrir un accidente de tráfico asociado al consumo de alcohol depende de varios factores entre ellos el nivel de alcoholemia del conductor, teniendo en cuenta que si es conductor inexperto y bebe con poca frecuencia el riesgo de accidente comienza en niveles más bajos de alcohol en sangre que en aquellos otros conductores más experimentados y que beban de manera habitual.
Está comprobado que en caso de accidente si se conduce bajo los efectos del alcohol la persona lesionada tiene más posibilidades de agravar sus lesiones.
Otro factor que incrementa el riesgo exponencialmente es la conducción nocturna.
 Según la Dirección General de Tráfico los accidentes en jóvenes menores de 25 años en las noches de “marcha” del fin de semana se han reducido más de un 20% el año pasado.

La encuesta realizada por la Fundación Alcohol y Sociedad publicada en abril de este año asegura que la disminución se ha visto influida por la variable del conductor alternativo. Según dicho informe tres de cada cuatro conductores que salen de marcha manifestaron que nunca beben alcohol. Esta encuesta revela que cuando el grupo ha bebido y hay que coger el coche, sólo el 6% decide dejar el vehículo, el 20% opta por que conduzca el que menos ha bebido, el 23% que lo haga el conductor principal, independientemente del alcohol consumido y un 50% el que no ha bebido. Además, en uno de cada cinco casos la decisión se toma entre varias personas que comparten la responsabilidad de evitar riesgos.

El informe también destaca un comportamiento peligroso aunque bastante extendido entre los jóvenes, ya que el 57% de los encuestados asegura que deja de beber a lo largo de la noche. Otro riesgo asociado a los jóvenes son las motos. Los padres sufrirán si su hijo es poseedor de una moto, por eso y si no pueden evitar que esto acontezca (lo que aconsejo vivamente), han de analizar con el hijo, el tipo, uso, lugar y época del año de utilización, para minimizar riesgos.

Con constancia se les ha de prevenir de los peligros para ellos, para los pasajeros que lleve a su cargo y para otros viandantes y conductores, responsabilizándolos de su forma de conducirse (no solo con “la máquina”, sino no consumiendo alcohol y otras drogas). Transmitirles que deben respetar las normas, no querer demostrar nada con una conducción deportiva no acorde a las carreteras, evitar actitudes temerarias resulta una necesidad, para la que se debe educar desde muy corta edad, de palabra y obra –con una conducción por parte de los adultos no sólo prudente y anticipatoria, sino agradable, civilizada y relajante.

Insistiremos en la necesidad de llevar casco, tanto si se es conductor, como él  “paquete”, dando ejemplo si somos nosotros los que montamos en moto, o en otro caso llevando siempre el cinturón de seguridad en el coche. Hay que enseñarles  a ser asertivo, a valorar la vida, a negarse a ir junto a un conductor bebido o de otra forma drogado; teniendo criterio y decisión para indicar que desea abandonar el coche cuando el tipo de conducción de riesgo así lo requiera.

No se trata de inculcar miedo, pero sí de aleccionar en una prudencia extrema.
Parece acertado llevar al joven al centro de parapléjicos de Toledo o centros hospitalarios donde comprueben de primera mano las múltiples tragedias personales provocados por accidentes de tráfico (también de vehículos de cuatro ruedas). Tienen que ser conscientes –más allá de saber- que estos múltiples e incesantes accidentes son la primera causa de traumatismos físicos importantes (en ocasiones tetraplejia) y de muerte en la adolescencia.

Javier Urra es Psicólogo Forense del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Patrono de UNICEF