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Chile en vísperas de la verdad electoral

Chile en vísperas de la verdad electoral

martes 21 de octubre de 2008, 23:57h
Cuando las elecciones municipales de Chile llaman a la puerta de los ciudadanos, se terminan los pronósticos las declaraciones rimbombantes, los escandaletes, las descalificaciones y acusaciones, la búsqueda de las cámaras de la TV o del titular en los diarios, como recursos electorales.

Y llega el momento de la verdad electoral, cuyo significado es más que los 345 alcaldes y 2.146 concejales a elegir, de entre más de 9 mil candidatos.

Es el momento inapelable, cuando como se dice con un poco de realismo irónico, llega el momento de la explicación de los resultados objetivos, porque en las elecciones, se afirma, no se triunfa ni se es derrotado.

En realidad, esta campaña electoral chilena ha sido formalmente descafeinada, sin sustancia ideológica y política real. Pareciera que se tratara de una competencia más por el consumidor, por el mercado, la venta de un producto, que eso que antes se llamaba lucha por los “principios”, por el programa, por el emblema partidario.

Quizás se trate del mercado, la “venta” de un producto llamado democracia, que en el caso de los poderes comunales debería ser más que todo, participación ciudadana, responsabilidad social por tu primer escenario de lucha por el medioambiente, contra la corrupción,  por la salud, la educación, por la casa, por una espacio seguro, por la luz en las calles, la seguridad pública, la defensa de la tranquilidad y el bienestar de la familia.

Pero lo cierto es que lo que menos se ha visto en el país es la discusión de los temas “locales”, sin los cuales no habrá democracia de verdad- esa que garantiza mis derechos, pero también me estimula a ser partícipe de las soluciones, a nivel del barrio, del pueblo, la región, del país.
 
Los sonrientes candidatos, con muy pocas excepciones,  se han presentado con el mejor perfil, todos sonrientes, bien maquillados, bien presentados, expresando felicidad, prosperidad, confianza en sí mismos. Parecen actores de una comedia hollywoodense.

Sin duda, se trata de una operación de marketing colectivo, en que todos, absolutamente todos, participan, porque la política, en la percepción de mucha gente, se ha hecho cada vez más, un tema de eslogan, y no de contenidos, de espectacularidad antes que de trabajo concreto.

Cuando la mayoría de los candidatos oculta su procedencia ideológica, sus ideas políticas, y vende una imagen como un champú o un automóvil último modelo, algo debe andar mal en la democracia. Ello explica la falta de prestigio de los políticos como institución, como constatan las encuestas de opinión pública. Y no sólo en Chile.

Pero en el hecho es que tenemos elección de Alcaldes y Concejales y los ciudadanos convocados a votar, lo harán, y como siempre con un margen de abstención relativamente pequeño en comparación a otros países.

Sin embargo conviene no cantar victoria, porque  son dos millones y medio los chilenos que no participan en el ritual electoral,  porque simplemente no están inscritos, no ejercen como ciudadanos. No votan.

Dicho eso, las elecciones de este 26 de octubre tienen varios contenidos, consecuencias y objetivos políticos importantes.

Desde luego, es una  antesala y una encuesta real, un muestreo mucho más objetivo y exacto que cualquier encuesta de opinión pública, del estado de ánimo electoral del país, de la decisión ciudadana respecto de unos y otros.

Y sus resultados son un hecho político en sí, que puede generar consecuencias cruciales para el futuro del país, para partidos y coaliciones y para los personajes de nuestro escenario público.

Se trata de la primera oportunidad de expresión real de la opinión ciudadana en medio del gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet y sus resultados podrán ser leídos como una muestra de aprobación o desafecto de los ciudadanos respecto de su gestión.

Al mismo tiempo medirán la apreciación respecto de la gobernante Concertación de Partidos por la Democracia, en un examen de su labor a nivel municipal y nacional, midiendo materias como la efectividad en responder a las necesidades y demandas de la población,  su capacidad de gestión frente a los problemas públicos: seguridad, educación, salud, su sintonía con las demandas colectivas y populares.

En este sentido tanto el gobierno, los partidos y los políticos concretos,  pueden ser aprobados o reprobados.

Pero lo cierto es que además, este domingo 26 de octubre, se escribirá la primera página real de la contienda presidencial, en que los partidos y los aspirantes presidenciales, pasarán la prueba de la opinión ciudadana, que les dirá por medio de los votos, si tienen alguna posibilidad o deben conjugarse nuevas rostros, estrategias o alternativas.

Aunque no estén definidos todos los contendores de las elecciones presidenciales de diciembre de 2009, las elecciones municipales son en general una primera vuelta objetiva, y para algunos una primaria de su sector. Y los resultados electorales deberán ser examinados como un anticipo de lo previsible.

Así, el 27 de octubre deberán comenzar a revolverse de nuevo las cartas del naipe político y se aclararán algunas incógnitas.

En la gobernante Concertación de Partidos por la Democracia deberán definirse el mecanismo de elección y el nombre de su abanderado presidencial:

Deberán definir si “le toca” a la Democracia Cristiana, o si se opta por primarias internas o abiertas, o la decisión se deja en manos  de sus cúpulas políticas.

Y en la DC deberán decantarse las aguas entre su presidenta, la senadora, Soledad  Alvear, cuyas ambiciones presidenciales son más que evidentes, y el ex presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle, que se ve como un  aspirante legítimo.

Desde luego, tras los escrutinios, se sabrá si la Democracia Cristiana y su abanderada y precandidata presidencial Soledad Alvear habrá  triunfado en su estrategia y superado la crisis provocada por la expulsión de su ex presidente, senador Adolfo Zaldívar, y la disidencia “colorina”.

Y si ello se tradujo en una sangría de votos de una magnitud tal que  afecte la estabilidad de Alvear al interior del PDC y las aspiraciones políticas del partido  en el bloque.

La Concertación en su conjunto deberá  examinar la perspectiva de mantenerse en La Moneda, y los votos conseguidos influirán decisivamente en su estrategia inmediata. Así los Alcaldes y Concejales elegidos se convertirán por necesidad imperiosa en  activistas electorales del o la candidata presidencial del sector.

El comportamiento electoral de los ciudadanos chilenos contribuirá también a definir los contenidos, estrategias y programas de la contienda presidencial, de manera que el post 26 será el inicio de la madre de las batallas en la escena política chilena: la carrera por La Moneda.

Otros dos asuntos claves se dilucidarán tras los escrutinios. En primer lugar, el efecto político electoral sobre la DC y la Concertación, de la expulsión del ex presidente DC, senador Adolfo Zaldívar y  la constitución de su referente político el Partido regionalista de los Independientes, PRI, uno de cuyos portavoces, el diputado Jaime Mulet, anunció ya la posibilidad de apoyar al presidenciable de la derecha, el empresario Sebastián Piñera.

Y el segundo asunto es cuál será el resultado concreto de la experiencia del “Acuerdo por Omisión”, entre la Concertación y el Partido Comunista, que permitirá a éste acceder a mas cargos, pero también aportar con sus votos al triunfo de candidatos concertacionistas en desmedro de la Derecha.

También en el campo de la derecha no todo es color de rosas, ni está todo diáfano, y en función de los resultados electorales, deberán definirse las ambiciones presidenciales de Piñera, de las figuras de la UDI, los senadores Evelyn Matthei y Pablo Longueira.

Y una cosa no menor es que también está en el tapete -y debiera estar en la agenda de los políticos- el tema de la calidad de la democracia existente en el país, respecto de lo cual es una clara señal -o mal síntoma- los dos millones y medio de chilenos que no se inscriben, no votan, no quieren ser ciudadanos.

Quedamos a la espera entonces de las señales que darán los poco más de 6 millones de chilenos que, se calcula, concurrirán a las urnas este domingo 26, de un universo de 8 millones 110 mil 265 inscritos, de los cuales, ojo, un 52.53, son mujeres y un 47.47 son hombres.

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Marcel Garcés
Periodista
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