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Es, me temo, el momento de negociar con la banda

lunes 17 de noviembre de 2008, 15:02h
La detención del jefe de los comandos más sanguinarios de ETA, Txeroki, significa un indudable paso adelante en el camino, irreversible, de la desaparición de la banda terrorista. Todo indica que en ETA se están moviendo muchas cosas, que los pistoleros están divididos, más que nunca, entre los que son partidarios de la negociación (con ‘Josu Ternera’ a la cabeza) y los que no (con el ahora encarcelado ‘Txeroki’ como principal y más violento representante de esta tendencia). Ha llegado el momento de que el Estado aproveche la ocasión y dé el golpe más certero para acabar con ETA: negociar con la banda.

Pero, contra lo que ocurrió en la legislatura anterior, sin concesiones. Sabiendo que no puede darse un trato de favor a un preso etarra como De Juana, ni considerar “hombre de paz” a Otegi (no públicamente, al menos), ni decir que no se puede ilegalizar a un partido (ANV) para sí ilegalizarlo dos meses después, ni permitir manifestaciones ilegales, ni...Los presos de la banda, juzgados de acuerdo con las normas de un estado de derecho y condenados a las penas de prisión correspondientes, han de cumplir íntegras sus penas, como delincuentes comunes que son. De hecho, la seguridad de que van a consumir lo mejor de sus vidas en la cárcel es algo que está haciendo reconsiderar muchas cosas a muchos en ETA.

¿Qué es lo que hay que negociar? No, desde luego, la excarcelación de presos, por muy arrepentidos que se muestren; ni una autodeterminación para la independencia que sería contraria a las leyes; ni cualquier cambio en el statu quo de Navarra. A cambio de que dejen las armas y abandonen la clandestinidad para pelear como se debe en una democracia, es decir, jugando con las reglas de la política, el Estado puede acercar a los presos de la banda al País Vasco (está previsto en la Constitución, y ahora hay más etarras encarcelados que nunca) y permitir una salida mínimamente airosa a quienes, sin delitos de sangre, han huIdo por la frontera, si desean regresar.

Sospecho que solamente esta negociación pacificaría por completo el País Vasco y daría al traste con una pesadilla que dura ya desde hace casi cuatro décadas, demostrando que los métodos exclusivamente policiales no están sirviendo para nada definitivo. Hay que completarlos -que no sustituirlos, ojo- con lo que podríamos llamar ‘métodos políticos’.

Existen ya unas bases para un posible entendimiento sin cesiones vergonzantes para el Estado ni menoscabo de la dignidad de las víctimas: se establecieron durante las conversaciones en Loyola entre los socialistas vascos, el PNV y Batasuna, y desembocaron en un documento que el Gobierno Zapatero podría haber aceptado, aunque todo se rompió cuando ETA impuso a Batasuna nuevas condiciones, inasumibles, referentes a la incorporación de Navarra a Euskadi. Pero eso era, claro, cuando la banda estaba algo más fuerte que ahora.

Y ahora todo puede, debe, ser diferente. Se les puede ganar, les ganaremos; se trata, nada más y nada menos, que de emplear en dosis adecuadas la flexibilidad, la firmeza, la justicia, la inteligencia y la astucia. En todo ello, y por supuesto en razón y en fuerza, les superamos ampliamente: ellos son los malos, todos los demás estamos del buen lado y frente a ellos.
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