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Multas y cacas de perro

martes 25 de noviembre de 2008, 12:18h
El Ayuntamiento de Madrid pondrá multas de hasta 1.500 euros a las personas que no recojan los excrementos que dejen sus perros en la calle. Así lo establece la nueva Ordenanza municipal de Limpieza de los Espacios Públicos y de Gestión de Residuos. Se trata de una medida de concienciación promovida por el Colegio de Veterinarios de Madrid que pretende dar a conocer los problemas sanitarios derivados de no recoger las heces de los animales de compañía.

Se trata así de reducir el volumen de caca de perro que los empleados municipales recogen. El año pasado, sin ir más lejos, la cantidad de residuos caninos alcanzó las 1.200 toneladas. Los policías municipales serán los encargados de levantar acta cuando pillen en flagrante (y sucia) falta al amo de uno de los 255.000 perros que hay en Madrid, con la única excepción de los ciegos con perro-guía. La campaña, titulada 'Por la salud de tu perro, por la tuya y por la de todos', comenzará en diciembre y acabará en mayo. Será dada a conocer asimismo a través de informadores medioambientales formados en problemas sanitarios relacionados con este tipo de residuos y estarán presentes en clínicas especializadas, parques, plazas y calles de la capital.

Los dueños de perros dirán que la nueva norma es una auténtica mierda, pero iba siendo necesaria. Hasta ahora, el Consistorio sólo multaba con 90 euros a los propietarios que no limpiaban y muchas calles de la capital se habían convertido en auténticos 'campos de minas' para el viandante descuidado. Cuando se implantó la medida -en 1985-, el problema se atajó y parecía que la gente estaba concienciada. Pero los usuarios se fueron olvidando de esta conducta cívica poco a poco, supongo que porque no es muy apetecible estar recogiendo las cacas de nuestro can cada vez que se le saca de paseo. Sobre todo, si tienes el típico perro tamaño brontosaurio o el chucho está algo suelto (perdonen que hable en román paladino pero así se entiende mejor). Sin embargo, al resto tampoco nos encanta precisamente encontrarnos uno de esos 'pastelitos' en la puerta de nuestras casas o en el parque al que sacamos a los niños a jugar. Para complementar la norma, yo propondría una costumbre japonesa muy extendida que es llevarse una pequeña botella de agua para limpiar también los orines de los canes, que tampoco son muy del gusto de nadie.

Sin embargo, la Ordenanza sí que tiene elementos que son una mierda. Aparte de que es evidente que aparece en momentos de crisis como método de recaudación, hay otros elementos que no son nada razonables. Desde el área de Medio Ambiente se puntualiza que la cuantía de las multas dependerá de los lugares donde se cometa la infracción. En los parques infantiles o las zonas urbanas catalogadas como protegidas se incrementará la multa. En el primer caso, es razonable la medida porque se evita el peligro a los críos. En el segundo, no. Propone algo así como que, si tiene duda y no quiere recoger lo que echa su perro, mejor lléveselo a cagar a Villaverde, Vicálvaro, San Blas o Barajas, antes que a la Plaza de Cibeles o a Gran Vía, por la salud de su bolsillo y por si acaso los turistas van a ver algo que dé mala imagen de la ciudad. Debe ser que en las zonas protegidas la mierda huele peor y mancha más. Además, se penará la reincidencia. Me imagino las comisarías municipales, por si tenían poco trabajo ya, guardando un registro fotográfico de 'los perros más buscados del barrio' por la falta de higiene de sus amos.

Pero la culpa no es siempre de los propietarios. Las papeleras especiales para este tipo de residuos algunas veces están llenas varios días seguidos sin que nadie pase a vaciarlas. Otras no tienen bolsas porque: A. No las reponen; o B. La gente se las lleva para menesteres tales como envolver el bocadillo o similares. Como le dijo el torero a Ortega y Gasset, 'hay gente pa´ tó'. En todo caso, esta nueva normativa entronca con la apuesta municipal sobre la limpieza de las calles. El proyecto de Presupuesto municipal para 2009 contempla que se gastarán 410 millones de euros en esta tarea, un ocho por ciento del total calculado.

Por desgracia, esa limpieza no es igual para toda la ciudad. Hay zonas, sobre todo en los distritos del sur de Madrid, donde los vecinos claman porque los servicios municipales de recogida de residuos son los únicos que brillan en la zona, pero por su ausencia. Si, como dice el Ayuntamiento, se apuesta por la limpieza y por el reequilibrio territorial habría que exigir al Área que dirige Ana Botella que se emplease a fondo en este tema. Que apretase las tuercas a las concesionarias que hacen el trabajo para que todos los barrios, sea cual sea su renta y su incidencia económica y turística en la ciudad, estuviesen tan limpios como el paseo de Recoletos (que tampoco está como para comer unas sopas en él, a pesar de que allí se emplaza la sede de Medio Ambiente). Más que nada porque a todos nos gusta la limpieza y porque no vaya a ser que a alguien le dé por pensar que con las nuevas normas se crean madrileños de primera y otros de segunda.
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