Las palabras del presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, en la conmemoración del 30 aniversario de la Constitución Española de 1978 traerán mucha cola. Bono dijo en la introducción de su discurso que “nuestros hijos, los que ayer leían la Constitución en el Hemiciclo, son los primeros jóvenes de la historia de España que no han soportado a dictadores, espadones o monarcas arbitrarios”. Ese “monarcas arbitrarios”, introducido entre “dictadores” y “espadones” resulta de una condena explícita a los ascendientes del actual monarca, incluyendo, naturalmente, a su abuelo, Alfonso XIII.
Bono leyó su discurso en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio de la Carrera de San Jerónimo delante de los reyes don Juan Carlos y doña Sofía, de los Príncipes de Asturias, don Felipe y doña Leticia, de los representantes de la oposición y del resto de altas magistraturas del Estado. La frase en cuestión no dejó de chirriar en algunos de los asistentes, mientras el rey permanecía inalterable.
Por lo demás, el discurso conmemorativo leído por Bono puso el acento en destacar que si tenemos el periodo más largo de libertad de nuestra historia es porque todos los españoles “renunciamos al odio”, porque la Constitución de 1978 pro primera vez “supo incluir y no excluir, unir y no separar, acoger y no expulsar”, porque supimos conjurar la discordia civil y “elevar a rango de norma la reconciliación que se estaba llevando a cabo en el ámbito de la vida privada”.
Bono destacó en ese punto el consenso por el que apostó la sociedad española en su conjunto, un consenso que “no difumina el valor de las diferencias, pero que tampoco transforma la evidente pluralidad de los españoles en arma arrojadiza”. En definitiva, que “el consenso ha sido y será el cemento sin el cual los pueblos se empequeñecen”.
El presidente del Congreso tuvo también palabras crípticas –o críticas, según se mire- con nuestra historia monárquica pasada. Por ejemplo, cuando afirmó que “la España que cuenta hace 30 años es la España de los ciudadanos, que no se conforman con discursos y proclamas, que exigen y consiguen los derechos sociales proclamados en la Constitución: los derechos de la educación, a la salud o a las pensiones”. En realidad, Bono le ha dicho al Rey que España es “un conjunto de esperanzas, aspiraciones y necesidades antes que un desfile de estandartes”.
El pueblo español, protagonista
En su discurso, Bono recordó que la convivencia necesita de “concesiones mutuas y constantes” y que “o construimos el futuro juntos, sin que nadie se quede rezagado o simplemente no hay futuro”. En este punto consideró “muy positivo” el producto de la acción de Gobierno de los cinco presidentes que ha tenido la aún joven democracia española, a los cuales, sin embargo, no citó por su nombre. En todo caso dijo muy claro que “casi nadie mira hacia atrás con nostalgia”.
Ése era el punto fundamental de su discurso: que la Constitución supuso y supone la “victoria de la España abierta sobre la España cerrada”, de la diversidad contra el autoritarismo y del “progreso sobre la desigualdad social”. Y, así, hemos conseguido “luchar juntos por la libertad” y contra el terrorismo: “Nunca antes de la Constitución la derecha y la izquierda lloraron juntas por las mismas cosas. Ahora lloramos juntos y actuamos juntos”.
Sólo al final de su discurso Bono tuvo palabras de elogio para el Rey: “Señor, os damos las gracias por vuestros esfuerzos a favor de la libertad. Somos muchos los que pensamos que sin vuestra ayuda y complicidad no habríamos alcanzado todas las metas que hoy gozosamente celebramos”. Aunque, para él, el gran homenaje hay que dárselo al “verdadero protagonista de la historia: al pueblo español”.