www.diariocritico.com

Carlos Benedicto, subdirector de El Pinar I

"El 30% de los agresores sexuales sufrieron abusos"

lunes 22 de diciembre de 2008, 18:34h
El Pinar I, centro dependiente de la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor (ARRMI), dependiente de la Consejería de Presidencia, Justicia e Interior, y gestionado por Fundación Grupo Norte, acoge a 19 menores sujetos a medidas judiciales por agresión sexual. Aquí, la Comunidad de Madrid ha puesto en marcha un programa pionero específico para intervenir con estos jóvenes y evitar así su reincidencia. El subdirector del centro, Carlos Benedicto, explica todos los detalles a Madridiario.
¿Qué puede llevar a un menor a cometer una agresión sexual?
Los perfiles son muy distintos. Por ejemplo, los chavales que cometen agreden a desconocidos difieren de los que agreden a personas conocidas; las agresiones a adultos o a niños también delimitan su perfil. Podemos hablar de vulnerabilidad psicológica como rasgo común, pero siempre hay variables puntuales que van a ser determinantes.

¿En qué consiste esa vulnerabilidad?
Estos chicos suelen tener baja tolerancia a la frustración, baja autoestima y dificultades para relacionarse, pero estos factores no solo aparecen para cometer una agresión sexual, sino para cualquier otra conducta delictiva.

Entonces, ¿qué les distingue del resto de menores infractores?
Algunos son multirreincidentes que han cometido otro tipo de delitos y además, en un momento dado, añaden una agresión sexual, por ejemplo en el transcurso de un robo. El perfil de esos chavales es muy similar al del resto, aunque hay que ver qué determina que en un momento dado hayan traspasado esa línea. Otros, muy distintos, son los que cometen abusos con niños. Por lo general suele tratarse de su primer delito y  las características principales son aislamiento social, dificultades serias para relacionarse, autoestima muy baja…

¿Es frecuente que cometan agresiones sexuales a 'iguales', es decir, otros adolescentes de similares características?
Ahora mismo, la mayoría de los menores que tenemos en el programa responden a ese perfil. Y obedece también mucho a situaciones que ‘no saben frenar’. Por ejemplo, con una persona conocida, en el transcurso de una fiesta,en un momento dado hay una negativa por parte de la chica y ellos siguen adelante.

¿Hay alguna edad en la que se cometan estos delitos con más frecuencia?
En la franja de 14 a 18 años, que es con la que trabajamos nosotros en virtud de la Ley de Responsabilidad Penal del Menor, no hay diferencias significativas, aunque sí por gravedad. El delito que comete un menor de 14 años suele ser menos grave que el que comete uno de 16 o 17 años.

Los expertos dicen que las agresiones sexuales son delitos con un alto índice de reincidencia. ¿Por qué es así?
Esos datos no suelen ser ciertos. Los índices de reincidencia de los delincuentes sexuales son mucho más llamativos, pero son menores que en la reincidencia general, aunque es verdad que la alarma social generan más alarma social. Nosotros trabajamos con primeros delitos; es muy raro que  llegue un chaval que haya cometido más de un delito contra la libertad sexual. Así tratamos de que no se dé el ‘ciclo’ adictivo, con una intervención muy potente que dificulte la segunda comisión del delito.

¿Tienen datos sobre reincidencia en los dos años que lleva funcionando el programa?
No hemos tenido constancia de ninguna reincidencia, pero resulta arriesgado ofrecer datos sobre este tema cuando llevamos tan poco tiempo. Estos programas suelen ser evaluables en torno a los cinco años para dar datos fiables.

¿Por qué decidió la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor (ARRMI) poner en marcha este programa?
Había un número relativamente importante de chavales con este tipo de delito. No ha subido la agresión sexual indiscriminada, pero sí se dieron más situaciones como el hacinamiento que pudieron hacer que aumentaran, aunque luego su número se estabilizó. Pero sí se vio la necesidad de hacer una intervención concreta para reforzar aspectos como la educación sexual o la intervención familiar.

¿Cómo abordan la educación sexual?
Nos encontramos con lagunas tremendas. Una cosa es la educación sexual, y otra es que cuando les dicen “no” no sepan poner límites. Además tienen distorsiones en la comisión del delito, como pensar, por ejemplo, que no se hace daño a un niño cuando se abusa de él. Todo eso hay que trabajarlo porque está directamente relacionado con la posibilidad de reincidencia. Los adultos que cometen este tipo de delitos tienen menos lagunas en educación sexual, pero algunos de nuestros menores demuestran un desconocimiento muy serio de cosas muy básicas.

¿Por ejemplo?
Ellos en el fondo saben que lo que han hecho es una atrocidad, pero tienen que justificarse de alguna forma, con argumentos como que a las víctimas se les va a olvidar. Aun así, en torno al 30 por ciento de los menores que cometen estos delitos han sufrido abusos antes, lo que los legitima de algún modo; es lo mismo que ocurre con el maltrato.

¿Cómo intervienen en estos casos?

Aquí hay que abordar a la vez la faceta de víctima y la de agresor. Se trabaja el delito como prioridad, pero para llegar a eso también hay que tratarlos como víctimas para que no reincidan, porque de alguna manera son parte y origen del problema.

¿Y con la familia?
Las familias más típicas son las más comunes en la intervención con menores infractores: nivel socioeconómico medio-bajo, con pocos recursos, bajo nivel educativo, pero en temas de abuso el perfil es mucho más amplio. Al igual que necesitamos que el menor reconozca el delito, también debe hacerlo la familia, y esta debe estar atenta a las posibles situaciones de riesgo. Pero para ellos es muy difícil admitir que su hijo ha cometido una atrocidad y tratan de justificarlo, con lo que debemos derribar también barreras en este ámbito.

¿Qué ocurre cuando la agresión sexual se produce en el seno de la propia familia?
Es muy complicado que a nivel intrafamiliar se llegue al juicio y nos llegan muy pocos casos. Aquí el trabajo se complica. Entonces nos valemos de recursos externos que puedan además trabajar con la víctima, porque un hecho de estas características en el seno de una familia rompe el sistema por completo.

¿Cuánto tiempo suelen pasar en el centro estos menores?
El máximo que contempla la ley son ocho años y nunca suelen venir con medidas que bajen de un año de internamiento.

 ¿Y esas duraciones son suficientes para llevar a cabo una intervención con éxito?
Si la medida es muy corta, a nosotros se no hace complicado trabajar. El programa está diseñado para que tenga una duración de dos años y destinado a la última parte del internamiento. Con una medida de un año, tenemos que comprimir el programa todo lo que podamos o incluso priorizar unos módulos de intervención sobre otros porque no nos da tiempo, con lo que a lo mejor se queda alguna parcela sin trabajar. Pero el tiempo viene determinado por la medida judicial y por eso lo planificamos de forma muy flexible para poder trabajar con éxito de todas formas.

¿Cuál es el proceso estándar?
Una vez que el menor llega al centro con una medida firme, le explicamos el programa para motivarle de cara a su participación. El menor puede negarse en redondo, pero es poco habitual. La primera parte, que es fundamental y sin la cual no se puede hacer nada, es el reconocimiento del delito. Después entramos en los módulos del programa, donde se trabaja desde los niveles de empatía hacia la víctima hasta otros como habilidades sociales, autoestima, educación sexual, distorsiones cognitivas, familia..., para prevenir una recaída de cara a la salida. Procuramos que identifiquen las situaciones de riesgo, las variables implicadas y que el chaval entienda lo que ha cometido, y a partir de ahí empezar a trabajar.

¿Es frecuente que se muestren reacios?
Hay pocos chavales que muestren resistencia, porque son conscientes, a pesar de sus mecanismos de defensa, de que han hecho algo que socialmente está especialmente mal visto. Pero nos hemos encontrado algún caso de chavales que se han negado en redondo y no reconocen los hechos.

¿Qué se puede hacer en estos casos?
Nosotros trabajamos esos módulos de forma independiente aunque no reconozcan el delito, aunque en este caso la posibilidad de reincidencia es mayor. Si es así, se informa al juez, con lo cual será más complicado que tengan una modificación de medida o salidas. Pero la medida judicial tiene una fecha de finalización, y si esta termina, el menor tiene que salir.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios