Gonzaga Escauriaza ha sido elegido Presidente de la Real Federación Española de Golf, el décimo en la historia de este organismo federativo que inició su andadura en 1932.
El nuevo Presidente sucede a Emma Villacieros, quien ha estado al frente de la RFEG desde 1988, un periodo dilatado de tiempo en el que el golf español ha experimentado un crecimiento espectacular, sin parangón en otras actividades deportivas, hasta el punto de que el número de campos y de licencias se han multiplicado por cuatro y por casi ocho, respectivamente, hasta alcanzar cifras tremendamente significativas: casi 400 campos de golf –el 10% de ellos de carácter público– y más de 330.000 federados.
El golf ha dejado de ser un deporte minoritario, con escasa implantación e impacto social, para convertirse en el centro de atención de miles y miles de personas y decenas y decenas de organismos públicos y privados, que ya tienen la clara conciencia de que nuestro deporte es una actividad sumamente positiva, con interesantísimas implicaciones económicas, turísticas, laborales, sociales, medioambientales, etc, siempre que las actuaciones se realicen con rigor. Víctimas de la demagogia y del anacronismo quedan en la actualidad las falsas acusaciones de elitismo y de peligro medioambiental –¡¡causante de la sequía, cuando ésta se produce periódicamente, llegan a decir!!–, una transformación radical apuntalada en la constante labor de Emma Villacieros, quien ha sabido aglutinar en torno a su persona a la inmensa mayoría del golf español, una positiva unidad que ha permitido al conjunto de nuestro deporte crecer de manera intensa y continua durante los últimos veinte años.
Unidad para crecer, su lema, el lema de todos los que componen el golf español. No es de extrañar, por todo ello, que numerosos representantes e instituciones de nuestro deporte hayan dedicado sentidos homenajes a Emma Villacieros en los últimos meses, una persona que lleva el golf en la sangre, una vida dedicada en cuerpo y alma al golf. Con este marco objetivamente positivo llega Gonzaga Escauriaza a la presidencia de la RFEG, aunque, curiosamente, en una situación de crisis económica mundial sin precedentes que pondrá a prueba, a medio y largo plazo, la solidez del conjunto del golf español.
Es momento de apuntalar el edificio, de asimilar el crecimiento, de poner las bases para la segunda popularización del golf español, esa que pasa por acercar el golf no sólo a los actuales federados, sino a aquellos que no lo son para transmitir sus bondades en todos los ámbitos, todo ello en una situación incierta que, nadie lo sabe, puede afectar en mayor o menor medida al desarrollo y futuro de los clubes de golf, de los torneos profesionales, de la construcción de nuevos campos, de la involucración de nuevas empresas en el mundo del golf. De ahí la necesidad de, como proclama Gonzaga Escauriaza, entender a los federados como unas personas a las que es preciso ofrecer más y mejores servicios.
Los mejores posibles, generando la marca RFEG como una referencia que infunda prestigio y respeto sólo con su presencia y que constituya un aval de plena garantía para quienes se asocien con ella, ya sea Territoriales, Clubes, federados, patrocinadores, organismos externos... Todo ello en medio de apuntes deportivos gloriosos –Sergio García ha alcanzado el número 2 del Ranking Mundial Profesional, Jorge Campillo ha hecho lo mismo en el Ranking Mundial Amateur, los equipos españoles amateur femenino y masculino de profesionales se han proclamado subcampeones del mundo–, que confirman al golf como un deporte plenamente consolidado.