Lo peor del Ministro de Justicia saliente no es que cazara como un marqués sino que tenía maneras de señorito. Puede que su gusto cinegético sea para equilibrar el ecosistema pero la chulería de barrio que gastaba no ayudaba mucho a la cuestión de gobernar. Del Ministro se espera que sea diligente no chabacano.
Diez días después de la foto de la famosa cacería a Bermejo se le ha disparado la escopeta en plena cara, y aunque la tenía dura como mármol no le ha quedado otro remedio que dimitir. De un tiempo a esta parte las dimisiones son moneda corriente, las hay de presuntos corruptos, de corruptos, de comisionista, de bigotudos y de ministro. Lo suyo ha sido una dimisión vestido de verde que es igual que cualquier otra pero más llamativa. Sólo a Cascos se le consentía que posara de pescador en el río, cada año era un catálogo de “caza y pesca” con rubia distinta sentada en una roca. A Cascos le gustaba posar como si fuera a aparecer Velázquez en cualquier momento a meterlo dentro de un cuadro.
Pero con la crisis y la gobernabilidad en peligro tener a un ministro chulángano no le hacía ninguna gracia a Zapatero. Parece que hay otras cosas más importantes de las que ocuparte que de las cacerías de este señor. La madre de Bambi, Bambi y cuantos otros corzos en Andalucía son, han descansado con la dimisión aunque temen que ahora le quede tiempo para sacarse la licencia y llenar los campos andaluces de cartuchos.
Hay cosas que parecen tan mal como suenan. Bermejo se retira por el foro y cede ante la presión que se ejercía contra él. No era de recibo, no era lo adecuado. Es decir que le salió el tiro por la culata en un lunes. Mal empiezan algunos la semana.
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