Garzón ha hecho su trabajo y ahora Rajoy debe hacer el suyo.
El juez cazador ha mostrado sus vergüenzas y el Presidente del PP debe cubrir las suyas.
El señor de la toga se ha esmerado en esparcir dudas y el caballero de Génova está obligado a despejarlas todas.
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Ahora es el momento de la política desde la política y no de la política desde la justicia.
Ahora que el titular del juzgado número 5 de la audiencia nacional ha dejado de morder en hueso, el aspirante a presidir el gobierno de España tiene que demostrar su nivel y autoridad en materia tan delicada como la del caso que se venía instruyendo sobre corrupción.
La presunción de inocencia no está reñida con la limpieza ética y la exigencia de que no existan comportamientos dudosos en un partido que declara con todo derecho su honorabilidad, por eso Mariano Rajoy debe pedir a quienes están bajo sospecha que hagan el sacrificio de autosuspenderse temporalmente de militancia hasta que se aclaren las imputaciones de que son objeto.
Es duro, difícil, pero tal vez sea necesario, porque no hacerlo podría significar tirar por la borda un capital político de credibilidad y de confianza que el PP empezaba nuevamente a acumular tras los resultados de las últimas elecciones en Galicia y Euskadi.
Sería ejemplar, incluso inédito, que una formación política actuase así, pero con un Partido Socialista enfrente que nunca se ha caracterizado por sancionar a sus propios corruptos, un Partido Popular dando ejemplo podría sorprender y marcar un nuevo estilo ante una sociedad atónita y cada día más descreída.
Si (
No(
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