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Reflexiones episcopales

Reflexiones episcopales

lunes 20 de noviembre de 2006, 19:51h

Desde hoy hasta el próximo viernes, la Asamblea de la Conferencia Episcopal Española se reúne en Madrid para reflexionar la situación política de nuestro país desde el punto de vista moral. Loable empeño que, no obstante, ha merecido algunos rechazos por parte de la sociedad civil.

Los obispos, el alto clero católico, es normal que se dispongan a analizar –me temo que sin acudir al estructuralismo como método—las circunstancias concretas. Se supone que son ciudadanos informados y que les asiste el mismo derecho que a cualquier otro hijo de vecino. Que este estudio lo hagan a la luz de su fe resulta coherente. Y que, producto de sus reflexiones sobre la realidad temporal, extraigan conclusiones doctrinales no debería sorprender a nadie. La Conferencia Episcopal Española se mueve en su esfera aunque, haciendo nosotros un ejercicio de real politik, convengamos en que es un lobby de primera magnitud.

Y lo propio es que la instrucción pastoral resultante de tanta reflexión obligue, en la medida que estas cosas que no guardan relación con el estricto depósito de fe de la Iglesia Católica puedan hacerlo, a quienes voluntariamente profesan ese credo. Pero sólo a los fieles católicos, porque esas normas pastorales no pueden ser asumidas, al menos sin sentido crítico, por el conjunto de la sociedad española, ni por el Estado –no confesional recordemos— como tal.

Incluso, dentro de la propia Conferencia Episcopal hay pluralidad de criterios entre unos prelados y otros a la hora de tratar –es la cuestión estrella de esta sesión—el tema de la unidad de España como bien moral. Solamente plantearlo el arzobispo de Toledo, cardenal Antonio Cañizares, en unas declaraciones de prensa, sus hermanos en el episcopado, vascos y catalanes, discreparon seriamente de la tesis del “pequeño Ratzinger”.

Saquen pues los obispos, en paz y en gracia de Dios, las conclusiones que quieran sacar. Ofrezcan su magisterio a sus fieles. Compartan con el resto de sus conciudadanos estas reflexiones, si así les place. Pero no pretendan imponer nada a los españoles, especialmente cuando la materia entra en el siempre pantanoso terreno, en el marjal, en el que se entremezclan una cierta interpretación de la moral y las tesis políticas del Partido Popular. De ir por ahí se iban a meter (¿lo harán?) bajo un palio de once varas.

Y quizá, sólo quizá, el columnista podría preguntarse qué sucedería si, un buen día, el Gobierno, o unos cuantos grupos parlamentarios, deciden reunirse para estudiar en profundidad las repercusiones civiles de las instrucciones pastorales de la Conferencia Episcopal. También estarían en su derecho ¿no?.

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