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Toni Bolaño podría ser 'apartado' de las relaciones con los periodistas

miércoles 21 de marzo de 2007, 13:21h

El oasis catalán anda revuelto. Lo que se consideraban prácticas ajenas, como las presiones directas a periodistas ha aflorado con claridad en lo que parece ser un capítulo más de un duro enfrentamiento entre el gobierno tripartito de Cataluña y el poderoso grupo multimedia de la familia Godó.

Los periodistas siempre han considerado a La Vanguardia, el diario más que centenario de Barcelona, proclive al poder “sea el que sea”. Eso era antes. Sin perder su tradicional empaque, el rotativo ha mostrado que también es capaz de incomodar al poder. Es difícil saber en qué punto comenzó el enconamiento pero lo que nadie duda es que las espadas están en alto.

Nos referimos al último incidente protagonizado por el responsable de la oficina de comunicación de Presidencia de la Generalitat, Toni Bolaño, que según el diario barcelonés llamó por teléfono al jefe de política de La Vanguardia, Jordi Barbeta y le amenazó con la siguiente frase: 'no pararé hasta joderte'. Del incidente les informábamos ya ayer. Bolaño ha pedido disculpas al periodista y le ha dicho que se le 'calentó la boca'. Pero como no es la primera vez que protagoniza encontronazos con periodistas, esta vez puede ser apartado de la primera línea de fuego en el trato con la prensa, según han contado fuentes solventes de la Generalitat a este diario. La historia completa es como sigue:

La semana pasada La Vanguardia publicaba con gran despliegue una información según la cual el abogado del Estado había presentado un informe sobre el Estatuto catalán que, para facilitar la superación del trámite del Tribunal Constitucional, minimizaba hasta extremos casi ridículos el contenido de la norma. El revuelo fue mayúsculo, entre otras cosas porque la ‘noticia’ no era tal: era noticia vieja, dado que el informe de la Abogacía del Estado fue presentado el pasado 2 de noviembre y de él dimos cumplida cuenta todos los medios de comunic ación.

En este punto se ha producido un hecho relevante. El responsable de la oficina de comunicación de Presidencia de la Generalitat, Toni Bolaño, según el diario barcelonés llamó por teléfono al jefe de política de La Vanguardia, Jordi Barbeta. Parece ser que el argumento de Bolaño era afear al periodista que hubiese publicado un informe desfasado, del mes de noviembre pasado en concreto. Pero en el calor de la conversación, según Barbeta, el alto cargo oficial pronunció amenazas contra su persona. Según publicó Barbeta las palabras textuales fueron “no voy a parar hasta joderte”.

El 18 de marzo en una información firmada por Barbeta se denunciaba la coacción, lo que tuvo repercusión crítica no sólo en el diario barcelonés, con artículos de opinión plantando cara a la posible represalia oficial, como en el colegio de periodistas de Cataluña, que preside un alto cargo de La Vanguardia, Josep Carles Rius.

Ante la marejada, la clase políti ca se pronunció. Por una parte, CiU, como principal partido de la oposición pidió el cese del director de comunicación del gobierno catalán. Y, por su parte, el presidente de la Generalitat, José Montilla, que siempre ha tenido a Bolaño como hombre de confianza desde que era su asesor de comunicación en el Ayuntamiento de Cornellá, salió al paso del escándalo afirmando: 'Desde el gobierno ni se está presionando ni se presionará a los periodistas”. Y añadía “no es el estilo de este gobierno [presionar]ni se ha hecho ni se hará”.

Montilla añadió, sobre la conversación entre el periodista de La Vanguardia y Toni Bolaño que “mi jefe de prensa también dice cosas que no dice el periodista” y que “es una conversación que no he presenciado”.

Finalmente, ante la magnitud del escándalo Toni Bolaño reconoció directamente a Barbeta que “se me calentó la boca” y le pidió disculpas. Igualmente lo hizo ante el colegio de periodistas , que había abierto un expediente de oficio.

El consejero de Política Territorial, Joaquím Nadal, que compareció ayer martes en calidad de portavoz del Gobierno después de la reunión semanal, ha afirmado respecto a las presuntas amenazas del director de la Oficina de Comunicación, Toni Bolaño, que 'tal como dijo el presidente de la Generalitat, el Gobierno de Cataluña quiere dejar muy claro que no presiona ni presionará nunca, ni interfiere ni interferirá nunca en los medios'.

Pero la oposición no está satisfecha: El presidente de Convergencia y Unió, Artur Mas, se ha lamentado de la 'cobardía' de José Montilla porque 'si ya eran graves las amenazas y coacciones a periodistas todavía es peor que no cese a Antoni Bolaño'. En declaraciones a la prensa, Mas consideró urgente 'enmendar rápidamente' la situación y 'restablecer la confianza en la institución de la presidencia de la Generalitat' respecto a su relación con los medio s, periodistas y determinados grupos de comunicación.

Más allá de la última anécdota los modos de Bolaña han llamado la atención en el mundo periodístico desde hace tiempo. Igualmente, La Vanguardia ha protagonizado episodios dignos de tener en cuenta desde que se supo que el gobierno de CiU mantenía 18.000 subscripciones del diario. Recordar que el primer responsable de prensa del Tripartito, Miquel Sellarés, hubo de dimitir a partir de que salieron a la luz unos presuntos documentos que se podían entender como listas de periodistas por su color político. En ese documento, se apuntaba al director de La Vanguardia, José Antich.

Finalmente, en la pasada campaña electoral se produjo otro enfrentamiento durante la entrevista que para La Vanguardia hacía el economista y simpatizante de CiU, Xavier Sala i Martín, a José Montilla que terminó antes de finalizar porque el ahora presidente consideró insultantes las preguntas. En aquel incid ente Bolaño acompañaba a Montilla.

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