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La nueva economía de ZP

La nueva economía de ZP

domingo 17 de mayo de 2009, 13:27h
Demonizado el ladrillo -"hay que dejar atrás el peso excesivo del ladrillo y comenzar a sentar las bases de una nueva economía", dice al respecto el ministro de Industria-, el Gobierno socialista ha decidido cambiar el modelo productivo español como si ello se tratase de cambiar los muebles de sus despachos. Muchas de las cosas que argumenta el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero tienen todo su sentido, pero aunque así fuera, una "decisión" de ese tipo requiere un gran pacto con al menos otras cuatro partes: los empresarios, los sindicatos, las comunidades autónomas y, en la medida de lo posible, la Oposición. Un Estado como el español no se puede gobernar de otro modo y si el Gobierno quiere lanzar una idea de estas características -plausible- debe implicar a las autonomías, empezando, por ejemplo, por convocar una gran Conferencia de Presidentes; máxime cuando no ha celebrado ninguna reunión así para evaluar la crisis.

Claro que tiene razón Miguel Sebastián cuando dice que el tránsito hacia una economía sostenible no implica abandonar las industrias y sectores que tenemos actualmente, y claro que también se trata de transformar industrias tradicionales que, como apunta el ministro, aún tienen mucho camino, pero si el Gobierno decide impulsar el gran cambio del siglo XXI para potenciar industrias como las energías renovables, las empresas de servicios energéticos, la industria del reciclado, las telecomunicaciones y la industria de gestión y tratamiento de aguas, necesita el apoyo de los demás agentes políticos y económicos. Ya no estamos en un régimen intervencionista como el de Franco que un buen día le dijo a un país cerrado en sí mismo: hágase el plan de estabilización, y se hizo.

El momento de un cambio así o similar ha llegado y puede converger con los aires de renovación que predica en el mismo sentido el presidente Barack Obama, aunque éste, convencido de que la precipitación está reñida con el buen hacer, sí parece conocer mejor que Zapatero el viejo dicho español atribuido a Carlos III que decía: "Vísteme despacio que tengo prisa". No nos olvidemos de que esta crisis nació en el corazón del sistema financiero mundial y que en España aceleró otra crisis paralela, debida a los desmanes inmobiliarios de los últimos diez años, que quizá aún no tocaron fondo. Ni siquiera en los bancos y en las cajas, cuyos balances inflados sigue lejos de estar limpios, hasta el punto de que la confederación de cajas ha dejado de publicar mensualmente los balances de estas entidades de ahorro; es decir, de la mitad del sistema financiero español. Zapatero ya debería saber que es con hechos y no con optimismo sin fundamento como se resuelven los problemas.
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