El nacionalizador catódico

Hugo Chávez, presidente bolivariano de Venezuela y caudillo de la televisión del país, volvió a anunciar en su interminable programa catódico que continuaban las nacionalizaciones de empresas. Algunas de ellas, compañías de otros países. Coincidía también con la venta definitiva del Banco Venezuela, del Santander, al Estado caribeño.

Chávez puede tener motivos históricos para tomar esas decisiones, e incluso serán bien vistos por los pueblos latinoamericanos y por algún intelectual europeo de la izquierda. Han sido décadas de gestión de espaldas a los ciudadanos. Años de gestión de multinacionales en complacencia con los poderes políticos corruptos para maximizar el beneficio de los accionistas, en muchas ocasiones lejos de Latinoamérica. Pero no para convertir esas empresas en instrumentos para la creación de riqueza.

Viene a la mente de forma fácil Eduardo Galeano y tantos otros intelectuales que denunciaron en su momento el uso y abuso de las multinacionales y de las sociedades conchabadas con los poderes, locales y de las metrópolis.

Ahora, el líder neocomunista venezolano defiende el control público de los sectores estratégicos como las telecomunicaciones y la energía, hacia donde se encamina esta nueva ola nacionalizadora.

Pero lo que con décadas de experiencia se conoce es que la gestión pública ha fallado en muchas ocasiones y más en un país azotado por la corrupción de camisa roja, la bolivariana. Porque una cosa es la nacionalización y otra cosa que los ciudadanos se beneficien de ella.

Y sobre todo, Venezuela no se puede permitir de nuevo una mala gestión de sus enormes recursos. En un momento en que Caracas ha sido polo económico de la región -aunque muy por detrás de Brasil-, gracias al petroleo, los cambios bruscos en las empresas pueden ser muy negativos.

Tampoco se puede olvidar el frente que Chávez abre con Cristina Kirchner, ya que el presidente va a nacionalizar tres empresas de capital argentino. Y a Buenos Aires no le ha gustado. Aunque tal vez Cristina ahora no pueda decir mucho: la castigan con la misma moneda nacionalizadora que ella utilizó hace unos meses.