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30 años después de ese Sábado Santo Rojo

miércoles 04 de abril de 2007, 12:54h

9 de abril de 1.977. Pese a ser sábado – Sábado Santo- las oficinas del registro de Asociaciones Políticas se abre para hacer el asiento de una nueva organización denominada Partido Comunista de España, que se inscribe en el folio 156 del libro I del Registro con el número 126, tras el Movimiento Socialista de Menorca. La mayoría de los españoles recibe la noticia con asombro, estupor o pasmo. Un diez por ciento, los que poco después votarían al partido, además con alegría. Los profesionales del PSOE con desagrado: pensaban que eso se haría más tarde, tras las primeras elecciones generales, y que, mientras tanto, el socialismo recogería los votos comunistas.

No era el final de un largo camino. Era la meta improvisada apenas tres semanas antes de una carrera que empezó, siete meses atrás, con el paso tranquilo de una larga marcha para terminar en un sprint formidable que sólo conocían tres o cuatro ministros. Los demás se enteraron en los lugares donde estaban pasando las pequeñas vacaciones que ofrece la semana devota.

El asunto había comenzado en los primerísimos días del mes de septiembre anterior, cuando el presidente Suárez dio luz verde a José Mario Armero para contactar con Carrillo y sondear sus intenciones. La persona con la que contaba para llegar al líder comunista era el empresario Teodulfo Lagunero, mecenas del partido maldito, no por coincidencia ideológica marxista, sino por su feroz antifranquismo. Lagunero y Armero eran buenos amigos y ya habían ayudado a Nicolás Franco con Carrillo para realizar un trabajo sobre las distintas tendencias políticas españolas respecto a la Monarquía poco más de dos años antes y por encargo del entonces Príncipe Don Juan Carlos.

Quiso el azar que el 8 de septiembre de 1.976, mientras el presidente Suárez explicaba a la cúpula militar sus intenciones de apertura democrática con expresa exclusión del Partido Comunista, Armero volara a Paría y esa misma tarde se encontrara en el salón de su hotel con Santiago Carrillo. Comenzaba así una minimarcha hacia el paso más trascendental, por tiempo y forma, de la transición española.

Cuando Armero hablaron Carrillo en aquella fecha, el jefe ya residía con frecuencia en  España , en un chalé de Lagunero en la colonia de El Viso de Madrid desde el 8 de febrero y había tenido a reuniones con personas de su partido en la más absoluta discreción. Estuvo en Málaga y en Valencia e incluso presenció una corrida de toros. Siempre con la peluca confeccionada para la ocasión. Con su pasaporte falso estuvo en Francia , en Italia y en Madrid concedió dos entrevistas a sendas televisiones europeas, una sueca y otra francesa. El líder comunista manifestó su talante democrático filtrado por el eurocomunismo y exigía la lergalización de su partido para concurrir a las primeras elecciones democráticas. Y le parecía bien iniciar conversaciones.

Carrillo instó a José Mario Armero a que Suárez designara un interlocutor y él designaría otro. Finalmente por los comunistas sería Jaime Ballesteros y por Suárez el mismo Armero, quienes se reunirían varias veces. Los comunistas apretaban y Suárez pedía paciencia. No había avances significativos, más allá de la cordialidad en las conversaciones.Y Carrillo planea un gran golpe de efecto: convocar una rueda de prensa en un amplio y deshabitado piso de Madrid. Así lo haría sin que milagrosamente hubiera filtraciones entre los convocados, quienes sospechaban el bombazo informativo, pero no lo tenían como seguro. Fue el día 10 de diciembre a las 12 de la mañana. Carrillo llegó un cuarto de hora después. Respondió a preguntas por espacio de dos horas y media.      

Ofreció conceptos para buenos titulares: La libertad es indivisible. No se puede segregar al Partido Comunista.- El PC se ofrece a sumarse a una política de nueva convivencia para la reconciliación nacional.- El PC piensa presentarse a las elecciones yv tiene preparados 15.000 interventores.- El Rey es una realidad y yo estaría dispuesto a entrevisrme con él.- La economía de mercado va a subsistir durante mucho tiempo.- En fin, dio material informativo desbordante para un periódico. El Gobierno se entera del acto una vez concluído y el ministro Martín Villa ordena intensificar los medios para la detención de Carrillo,lo que éste no quiere provocar, aunque en realidad está deseando que se produzca. Era la manera de legalizar su presencia en España. En tanto, el suspense no le venía mal.

El 22 de diciembre el jefe comunista tenía una reunión en el Comité Central del Partido en un piso seguro sito en la calle Jesús Ordóñez de Madrid. La Policía venía siguiendo a Julio Aristizábal Cerezo, quizá el hombre menos conocido del Comité y, por tanto, el que menos sospecha podía tener de ser seguido.Y lo era por numerosos coches y motos que se relevaban con frecuencia para no ser detectados. Y así Aristizábal les llevó aquel día a la cita a la que iba a acudir Carrillo.

Enseguida los policías, al reconocer a varios miembros destacados del comunismo, se dieron cuenta de que había una reunión del Comité Central. Tenían orden de identificar a cuantos, no conocidos, salieran de la casa. Incluso a mujeres. Suponían que Carrillo podría ir disfrazado. Tras la correspondiente espera salió el jefe comunista. Al ser identificado, se alegró, se quitó la peluca y se la dio a los inspectores: “ Tengan, ya no la necesito”. En la comisaría de la calle de la Luna, el comisario Pastor, por órdenes superiores, le da opción a Carrillo de ser desterrado o detenido. Obviamente elige la segunda posibilidad y Pastor, con sorna, le dice “Acaba usted de legalizar su situación en España”. Preso, pero legal.

Estaría en la cárcel hasta fin de año. Celebraría la Nochevieja en libertad.  A partir de ahí Suárez, presionado por Armero, accede a una entrevista secreta con Carrillo. La cita sería el 27 de febrero en la casa que Armero tiene en Pozuelo. La conversación duró desde las cuatro y media de la tarde hasta pasadas las diez de la noche. El presidente Suárez no se compromete, pero el mero hecho de haber accedido a hablar con Carrillo eran una trampa, muy posiblemente consentida. El presidente queda convencido de que no puede haber elecciones sin el PC.

Los días dos y tres de marzo se celebra en Madrid una cumbre eurocomunista con la asistencia de Berlinguer y Marchais. Ya está el respaldo internacional de dos partidos comunistas europeos legales. Pero estaba el obstáculo legal de que la Sala IV del Tribunal Supremo, a la que Suárez pidió que se pronunciara, se dclara incompetente. Las patata caliente vuelve al Gobierno. Finalmente, el 6 de abril se pide informe a la Junta de Fiscales sobre la licitud del Partido, quien evacua informe el día nueve, Sábado Santo, a las doce de la mañana , dirigido a Martín Villa, ministro de la Gobernación. Los fiscales concluyen en que no hay datos que “determinen de modo directo la inriminación del Partido Comunista en cualquiera de las formas de asociación ilícita que define y castiga el artículo 173 del Código Penal en su reciente redacción”.

Suficiente. Ese mismo día se legaliza a los comunistas. Carrillo está en casa de Lagunero, en Cannes. Y se dispone a viajar a Madrid de inmediato.Marejadilla en las Fuerzas Armadas que se salda con la dimisión del ministro de Marina. Y nada más. El Partido Comunista se adelanta al PSOE al reconocer la bandera bicolor y la Monarquía. Los socialistas no hacían más que poner chinitas al proceso de transición, quizá porque querían mayor protagonismo. Carrillo, ¡ oh, sorpresa!, les obligaría a cambiar de actitud. Y el Partido maldito se convirtió en el primer cooperador necesario para que los herederos del franquismo trajeran la democracia a España. Fascinante.

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