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Los cien muertos de Pere Navarro

Los cien muertos de Pere Navarro

sábado 07 de abril de 2007, 18:48h
En el comienzo de la Semana Santa, Pere Navarro, director general  de Tráfico, se propuso, y nos propuso a todos los conductores habituales, que ayudáramos a reducir el número de víctimas mortales que había costado el tráfico vial en la semana santa anterior, o lo que es lo mismo, que no permitiéramos nuevamente superar el centenar de victimas mortales. Cien muertos en las carreteras en ocho o diez días de vacaciones parece que son una cifra más que suficiente y demostrativa de que ni el temor a ser sancionados con dinero ni la privación de los puntos de carné son argumentos suficientes para hacer uso de una mayor prudencia. Y sin embargo, cuando está a punto de concluir esa semana de dolor, la carreteras pueden estar a punto de batir su propio récord, o por lo menos, de no proporcionar la corriente satisfacción de ver reducido el número e víctimas en una medida razonable y deseable. Pudo pensarse en las primeras semanas de vigencia de la nueva normativa del "carné por puntos", que se iba a producir un descenso formidable y drástico de la accidentabilidad en carretera, pero después de unos primeros meses esperanzadores, hemos regreso a las cifras de siempre, o muy poco menos. Hemos vuelto a los niveles anteriores en imprudencias, en ganas de correr superando los límites marcados...

   Con lo cual, y tal como había advertido Pere Navarro, convertido en apóstol de una conducción más sensata y moderada, es probable que estemos a punto de registrar un sonoro fracaso colectivo. No habremos superado la prueba..., aunque en el camino se hayan quedado muchos miles de puntos de carné restados a las cuentas generales y a las de cada conductor. Por si fuera poco, estas vacaciones han resultado en ocasiones especialmente complicadas meteorológicamente, con nevadas y granizadas más allá de lo previsible y de lo anunciado, lo cual no habrá ayudado a los conductores ni a las vías públicas. Hablando de vías públicas, el Supremo ha culpabilizado al  estado de un sinistro en el que se produjeron dos murtos porque el asfalto era deficiente, y obliga a las correspondientes indemnizaciones. Es una variante nada despreciable de lo que todos nos jugamos en la carretera, el Estado también. El Estado es o puede llegar a ser culpable de un número apreciable de accidentes por mal estado de las vías, por mala señalización, mala visión... Y también en estas materias es significativamente creciente la conciencia y  la exigencia ciudadana, y debe serlo, asimismo, la de los inspectores de obras del Estado para con los constructores y conservadores a quienes beneficia con licitaciones.  Los impuestos de los ciudadanos también tienen esa finalidad y al Estado y a sus distintas administraciones públicas corresponde vigilar su buen empleo.

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